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OPINIÓN

Beisbol infantil: Los costos ocultos de los padres de familia

Las ligas infantiles de beisbol

Un padre de familia llega a un campo de beisbol. No tiene antecedentes de los costos de este deporte, y es ahí donde empieza a descubrir el mundo de las calidades en guantes, bates, pelotas, gorras y demás enseres de juego y de protección de los niños. 

A diferencia de otros deportes, en el beisbol no hay espacios públicos que sean manejados por el gobierno en cualquiera de sus tres niveles. La enseñanza del beisbol se lleva a cabo por las ligas organizadas sin fines de lucro por padres y madres de familia en campos que son propiedad de los gobiernos municipal o estatal. Estas ligas llevan años haciendo de la práctica de este deporte su destino y fin único, para lo cual se organizan en asociaciones civiles en donde los protagonistas son esos padres y madres de familia que se convierten en managers, coaches, aguadores, enfermeras, doctoras, sicólogos, choferes y cualquier actividad que se les ocurra y que vaya en apoyo de la práctica de este deporte. 

¿Cuánto le cuesta a un padre de familia que su hijo juegue beisbol?

Desde el inicio, es notable la ausencia de los apoyos gubernamentales y por ello son los padres y madres de familia quienes se convierten en los financiadores de sus hijos y cubren todos los gastos que se generan en el año y que son en promedio del orden siguiente:

Uniforme: $750

Zapatos para beisbol: $500

Concha de protección: $50

Guante: $500

Bat: $700

Casco:           $350

Inscripción en liga: $250

Mensualidad (12 meses):           $320

Seguro: $120

Total: $7,060

La liga se hace responsable del mantenimiento de los campos, paga los ampayers y proporciona pelotas nuevas para los juegos, se encarga de proporcionar entrenadores para los niños y managers para los juegos que se desarrollan a lo largo de toda la semana. De igual manera, la liga conforma las selecciones que la representarán en los distintos torneos y campeonatos a nivel municipal, estatal, nacional y mundial. Estas selecciones representarán no solo a la liga, sino también a los gobiernos municipales o estatales, selecciones a las que esos mismos gobiernos no le invirtieron ni un solo peso.

En su mayoría, los gobiernos municipales aportan –mediante el pago por uso de suelo- los espacios públicos en donde se practica este deporte; es decir, disponen de espacios públicos que los propios padres y madres de familia agrupados en las ligas infantiles y juveniles de beisbol acondicionan para los juegos y entrenamientos. A cambio de ello, la liga deberá pagar al municipio el uso de suelo de dicho campos. En el mejor de los casos, el municipio dispensará de ese pago a la liga y ese será su mayor aportación a este deporte.

No hay política pública para ligas infantiles y juveniles

A la fecha no existe una política de atención a las ligas infantiles y juveniles de beisbol, en ninguno de los tres niveles de gobierno. En algunos casos, les apoyan con campos, en otros con mantenimiento, hay ocasiones en que se les ayuda para el pago de transporte para la asistencia a torneos nacionales, en otras con el patrocinio de algún uniforme, más allá con paquetes de arreos para cátcher y pelotas para juego; pero invariablemente, todos los gobiernos se cuelgan la medalla del deporte cuando éste es exitoso.

Cuando hablamos del deporte de alto rendimiento, las cosas cambian un poco. Ahí, los organismos oficiales perfilan recursos en la medida de que el beisbol tiene oportunidad de ganar alguna medalla en las olimpiadas; si no es así, difícilmente será apoyado con equipamiento, médico, fisiatra, metodólogo, etc. La Olimpiada Nacional es la única competencia en donde el beisbol es apoyado por el Estado con transportación, comidas, uniformes, fisiatras, entre otros; en las otras 52 competencias beisbolísticas que existen, todo lo que conlleva es aportado por los padres y madres de familia (entrenadores, managers, equipamiento, servicios médicos, transportación, etc). Así de dispareja es la inversión.

En los casos donde los niños y jóvenes forman parte de la selección nacional, la Federación Mexicana de Beisbol obtiene recursos de patrocinadores, gobiernos municipales y estatales, clubes deportivos y algunos apoyos que de manera reciente el Gobierno Federal viene aportando. Con ello se posibilita que nuestras selecciones nacionales viajen al extranjero a representar a nuestro país.

Los equipos profesionales no aportan recursos a las ligas infantiles y juveniles, excepto a sus propias academias y no me refiero a las de alto rendimiento, sino a aquellas que se hacen como una extensión del negocio del club y explotación comercial de la marca. Existen, si, academias de alto rendimiento de los clubes profesionales, pero son aquellas donde se reclutan a prospectos ya firmados –la mayoría de los cuales provienen de las ligas infantiles y juveniles- y donde son concentrados con el objetivo de terminar de prepararlos para que puedan jugar de manera profesional o participar en los showcase para equipos de Grandes Ligas. Obvio decir que la firma de esos prospectos por parte de buscadores profesionales, no genera recurso alguno para la liga que los formó.

Hemos dicho que el gobierno en cualquier de sus tres niveles aporta muy poco para que los niños y jóvenes jueguen beisbol y que los clubes profesionales solo aportan a sus propias academias como extensión de su negocio o para terminar de preparar a los jugadores para que jueguen de manera profesional o los vean los buscadores internacionales de talento profesionales; entonces el mayor peso de la inversión recae en los padres de familia organizados en las ligas infantiles y juveniles que hasta la fecha han sido las menos mencionadas en las alternativas de crecimiento del beisbol.

Coronar el esfuerzo de las madres de familia

Por ello, creo que las cosas pueden cambiar. Que esa inversión oculta de los padres de familia debería recompensarse con mayores apoyos a las ligas donde están organizados. El esfuerzo cotidiano de las madres de llevar a los niños a entrenar, invertir horas en los campos de juego, batallar con el transporte. De consolar a su hijo cuando lo poncharon dos o tres veces en el juego o de felicitarlos siempre aunque no haya sido el mejor de sus partidos.

Ese esfuerzo debería ser coronado con la formación de un fideicomiso donde participen los actores del deporte. Que se encamine a mejorar las condiciones de la práctica del beisbol, desaparecer el pago por el uso de suelo de los campos a los ayuntamientos. Hacer obras de infraestructura para iluminar los campos de beisbol, establecer un esquema de apoyos por parte de los equipos profesionales que firmen jugadores de las ligas infantiles y juveniles, otorgar becas a los jugadores para que estos continúen estudiando aun y cuando ya estén en la academias de finalización, entre otros muchos aspectos.

Por todo eso, creo firmemente que no habrá mejor inversión en el deporte que aquella que se encamine hacia el origen: los padres y madres de familia organizados.

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