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A Fondo

¿Quién gana?: El verdadero negocio detrás de los torneos nacionales infantil y juvenil de beisbol

Torneos Nacionales de Beisbol en México

Sí, claro que los torneos nacionales de beisbol infantil y juvenil son un negocio en México. Pero no para las ligas, sino para el entorno de hoteles y prestadores de servicios que están alrededor de él en la parte económica. Y también para las autoridades constitucionales en materia de lucimiento en el apoyo a los deportes.

¿Cómo funciona la organización de torneos nacionales de beisbol?

Cada año se llevan a cabo 52 eventos de beisbol. En dos de ellos, que se refieren a la participación en la Olimpiada Nacional de las categorías 13-14 y 15-16 años, los gastos son pagados por los estados participantes.

El resto de los torneos son financiado por los padres de familia y patrocinadores. De todos los torneos, solo cuatro de ellos son de adultos (Primera Fuerza, 40 y más, 50 y más y 60 y más). Todos los demás son de niños y jóvenes.

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Estos torneos se llevan a cabo desde la Semana de Pascua y del mes de mayo hasta fines de julio, mayoritariamente. Se movilizan en el país alrededor de 1,060 equipos de beisbol con un promedio de 15 integrantes cada uno. Eso nos da más 15,900 beisbolistas que llegan a los torneos y campeonatos nacionales.

La derrama económica alrededor de estos eventos

Para movilizar este contingente se rentan un número similar de camiones. Es decir, 1,060, con un costo aproximado total que es mayor a los 55 millones de pesos. En los uniformes de estos jugadores los padres de familia gastan alrededor de los 8 millones 700 mil pesos. En promedio, asisten a estos torneos 600 jugadores en cada uno, y un aproximado de 1,017 personas más los acompañan durante los cinco días que generalmente dura la primera ronda de la competencia. Por razones obvias, un número reducido pasa a la segunda ronda y su impacto financiero, por ende, tiende a decrecer conforme avanza el torneo.

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Esta marabunta de deportistas, en promedio, rentan en cada torneo 150 habitaciones en ocupación cuádruple. Sus acompañantes ocupan 509 en ocupación doble; en ello, gastan más de un millón 780 mil pesos. Son incontables las anécdotas donde hoteles completos son ocupados por estos deportistas y sus familias.

Si se considera un gasto diario mínimo de 120 pesos por cada asistente, en las más de 24 mil 200 comidas en un torneo de cinco días, se gastan más de 2 millones 900 mil pesos. Las “tienditas” de los campos de beisbol de las ligas absorben una parte de esta derrama económica, pero por desgracia, no siempre son propiedad de las ligas. Muchas están concesionadas por los dueños de los terrenos donde están los campos de beisbol, es decir, los ayuntamientos en su mayoría.

Además de divertirse jugando, los beisbolistas y sus acompañantes también se divierten en las atracciones de la ciudad que visitan. Además, muchos de ellos intercambian un pequeño obsequio con el equipo contrario en cada juego. En promedio por torneo, se gastan en esto cerca de 890 mil pesos.

Solo considerando la estancia de cinco días en promedio en la ciudad sede del evento deportivo, los participantes gastan alrededor de 5 millones 590 mil pesos. Es decir, 1 millón 780 en hotel, 2 millones 900 mil pesos en comidas y  cerca de 890 mil pesos en diversiones y souvenirs.

Cada asistente gasta en promedio cerca de los 3 mil 500 pesos. Multiplicado el costo promedio de un torneo, por los 50 torneos del año, se ejercen más de 279 millones de pesos.

La liga también le pone a la bola

Por su parte la liga sede también le pone a la bola. En promedio, para un torneo de 40 equipos, se juegan en cinco días de la fase de grupos alrededor de 85 partidos. Para la segunda ronda, semifinales y finales, se juegan otros 16 juegos. En cada partido, se usan alrededor de cuatro pelotas con un costo aproximado de 58 pesos. Se debe pagar alrededor de 300 por ampáyer y se requieren dos ampáyeres por juego, así como un anotador con un pago de 150 pesos por juego.

Además, se debe pagar la compilación del torneo con un costo aproximado de 80 pesos por cada juego del torneo. Como gastos menores de este apartado, deberemos considerar el mantenimiento de los campos, la adecuación del local para la inauguración, la papelería del torneo y la hidratación de los jugadores. Todos estos conceptos dan un aproximado de 133 mil 600 pesos.

La derrama económica de los torneos y campeonatos nacionales de beisbol alcanza a los hoteles, restaurantes, tiendas de conveniencia, “tienditas” de los campos de beisbol, hasta el señor que vende paletas en los campos. En muchos campos, los ayuntamientos manejan los permisos de venta de alimentos (no bebidas alcohólicas ni cigarros) y son ellos quienes se benefician con los ingresos por permisos y los particulares con la venta de las cosas.

El impacto social de los torneos

Pero, si bien es cierto la numeralia de los torneos nacionales de beisbol puede ser apabullante, más lo es el impacto social que generan estas competencias.

En ellas, las ligas sede y las asistentes muestran niveles organizativos muy interesantes. Se vuelve complejo manejar un torneo de 70 equipos de niños de 7 y 8 años por todo lo que significa en asistencia, seguridad, servicios de salud, comidas, hidratación, diversión, etc.

Los municipios sedes reciben de un día para otro a centenares de visitantes que demandan atención por periodos muy cortos. Las redes sociales y en algunos ayuntamientos, los periódicos locales, tienen noticias diarias del evento. Dan difusión a la parte deportiva pero también muestran el  nivel de atención e interés que esas autoridades le ponen al evento. La competencia genera también la presencia de buscadores de talento deportivo de los equipos profesionales del país y de Grandes Ligas, sobre todo en las categorías que son rastreables (11-12) y los que son firmables (13-14 y 15-16 años).

Como siempre, los verdaderos héroes son los pdres de familia

Sin embargo, es poca la derrama económica que alcanza a las ligas. Y de los padres y madres de familia, ni hablamos: ellos son los que le terminan ponendo a la bola. Ellos son los que con tiempo, a veces con meses de anticipación, van aportando su cuota para que su hijo pueda asistir al torneo. Todo esto, para disfrutar de la fiesta del beisbol con otros padres y otros jóvenes que desde otras partes del país se encuentran en algún punto de nuestra geografía, en un campo de beisbol.

Son ellos los que, además de las cuotas de cada mes, tienen que pagar la asistencia al torneo. La mesa directiva de la liga sede tiene que bregar con conseguir quien aporte, además de los padres y madres de familia de la liga sede. Hay que conseguir recursos para la logística del evento, para que luzcan los campos, y para que luzca también su liga que es su orgullo y los colores que la representan. ¿Quién más le aporta? Nadie más.

Los padres y madres de familia van a los torneos nacionales de beisbol con el espíritu abierto por la formación deportiva de su hijo. Echan porras, gritan, conviven, la hacen de enfermeras, psicólogas, ampáyer, manager y coaches. ¿Qué ganan? Ganan en la formación personal de su hijo en el ámbito de un juego colectivo, donde en algún momento, su hijo tiene que estar solo frente al equipo contrario. ¿Vale la pena el esfuerzo? Sin duda alguna. Los padres y madres de familia estarán orgullosos de sus hijos cuando los vean portando el uniforme que los identifica y une. Cuando los vean meter un jonrón o un hit sencillo, robarse una base o ponchar al cuarto bat del equipo contrario. Para quien no ha experimentado esta sensación, le será un poco difícil entender la vehemencia de la afirmación. Pero sin embargo, ocurre.

También las autoridades van a los eventos. Hay que conseguir que vaya la escolta y la banda de guerra. Ya sea de los cuerpos de policía o la guarnición más cercana del ejército, para que en la inauguración podamos cantar respetuosamente nuestro himno nacional y honrar nuestra bandera. Para ver el desfile de los equipos y escuchar las palabras de bienvenida de los Directores de Región o presidentes del organismo local de beisbol. Ahí van las autoridades municipales o estatales.

¿Quién hizo los esfuerzos?

La liga sede y las ligas que asistieron al evento. Ellos fueron quienes buscaron organizar con muchos meses de anticipación la logística del torneo. Todo ello, para que los asistentes disfruten de excelentes campos y las mejores condiciones posibles para practicar el deporte que les apasiona, forma y nutre. Pero sobre todo, quienes mayores esfuerzos hicieron fueron los padres y madres de familia que se organizaron a través de su liga y de manera individual para hacerlo posible.

Desconozco si existe alguna organización similar en otros deportes de conjunto. Con tantos torneos nacionales de beisbol y tanta participación de muchas personas en la organización, asistencia y participación en las competencias, pero me atrevo a afirmar que en pocos deportes existe tal organización autónoma como en el beisbol.

¿A dónde debe ir la inversión del Gobierno de México en materia de beisbol? Insisto: a las ligas infantiles y juveniles de beisbol que organizadas de manera ordenada y jurídicamente correcta puedan ser beneficiarios de esos apoyos e inversiones.

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