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Mexico Series 2019: ¿Estamos listos para una franquicia de Grandes Ligas en México?

Lo oí todo en los cinco años y medio que viví en Monterrey. Que los Rayados y los Tigres dominan el panorama deportivo, y por eso, el beisbol en Monterrey era cosa de gente vieja. Decían también que el beisbol ocupa un lejano papel secundario en la vida de la ciudad. Que al beisbol nadie va, que es una cosa de antaño. Un anacronismo. Pero, para mí, todo eso es puro cuento. La MLB Mexico Series 2019 fue un éxito en muchos sentidos y deja a relucir que el gusto beisbolero en nuestro país está vivito y coleando. ¿Estamos listos para una franquicia de Grandes Ligas en México?

Después de haber visto la gran remodelación del Estadio de Beisbol Monterrey, y luego la respuesta del público a la Mexico Series del año anterior, me quedé ardido. Me hubiera encantado haber estado allá con una caguama en las gradas, disfrutando del espectáculo. Así que decidí que iría de nuevo a ver las Ligas Mayores en Monterrey después de que, a finales de septiembre de 2018, completé la meta de visitar todos los estadios de Ligas Mayores. Desde hace unos años vivo en Chicago y he aprovechado para visitar la mayor cantidad de parques de beisbol que he podido en Estados Unidos.

Mi fanatismo religioso por el beisbol se extendió a nivel de loco y zonzo, como decimos en mi natal Ciudad Victoria, Tamaulipas. En los últimos dos años completé mi visita a todos los parques el día que fui a un juego en San Francisco.

Caliente MX

Esta Mexico Series, en mi país, sería muy especial. No he perdido la añoranza de las veces que había visto beisbol de Ligas Mayores en Monterrey. El Duelo de Campeones de 1993 entre los Bravos de Atlanta y los Mellizos de Minnesota.  O la Primera Serie de 1996 entre los Padres de San Diego y los Mets de Nueva York, cuando se jugó el primer partido oficial de MLB fuera de Estados Unidos y Canadá. 

Ese caluroso 16 de agosto, Fernando Valenzuela tiró una joya de pitcheo como en sus más grandes tiempos. Dejó el diamante en medio de una ensordecedora ovación de 23,699 aficionados que corearon el grito de “¡Toro! ¡Toro!” después de 6 entradas, 6 hits y 3 carreras. Pocos recuerdan, o quizás se percataron, que en esa serie jugaron tres hombres que luego llegarían al Salón de la Fama de Cooperstown: el jardinero Tony Gwynn, el también jardinero Rickey Henderson, y el relevista Trevor Hoffman, todos de los Padres.

UAG
¿Llegaremos algún día a tener una franquicia de Grandes Ligas en México?

A comprar los boletos

Allá por noviembre de 2018 compré mis boletos para asegurar mi lugar. El atractivo de saber que Mike Trout, Albert Pujols, Justin Verlander, Jose Altuve, Yadier Molina y Joey Votto estarían comiendo carne asada, tamales de Villa Juárez y empalmes de frijoles con chorizo en Monterrey era grande. Y ese entusiasmo solo se exacerbó con la noticia durante la temporada muerta que Yasiel Puig y Paul Goldschmidt se unirían a la lista de estrellas. Y más, cuando Mike Trout se convirtió en el atleta major pagado en la historia del deporte profesional. 

Vaya que para mí fue una enorme experiencia haber estado presente en la Mexico Series 2019. Pude analizar y proyectar todo lo que pude ver sobre la experiencia de cómo se podría vivir las Grandes Ligas en México. Y más específicamente, en Monterrey. Con todo eso, hice una disección de lo que pasó en Monterrey, tanto en abril, como en mayo de este año en los aspectos mas importantes para un aficionado observador. Mi reseña no incluye lo que se vivió en la serie entre Arizona y Colorado, pues no pude asistir. Pero sí fui a las otras dos, Cardenales de San Luis contra Rojos de Cincinnati y Astros de Houston contra Angels de Los Ángeles. 

1. La actitud de los peloteros

Excelente a niveles épicos. Las muestras de felicidad en los peloteros por estar en México fue apabullante. Yasiel Puig se dió todo el tiempo del mundo para demostrar el cariño que le tiene a Monterrey y a México, pues su esposa es mexicana. Nuestro país jugó un papel crucial para que pudiera salir de Cuba y llegar a Grandes Ligas. El cubano firmó autógrafos a todo mundo, platicaba con amigos en las gradas y complació a quienes pudo. 

https://cuartobat.com/escape-de-yasiel-puig-de-cuba-y-su-paso-por-los-diablos-rojos-del-mexico/

Por el otro lado, bastó que un chavito gritara “¡caballo!”, desde las gradas, para que Yadier Molina se acercara inmediatemente a firmar autógrafos y tomarse selfies por más de 10 minutos. 

Pero fue José Altuve de los Astros quien se robó el show cuando visitó Monterrey. El venezolano le firmó autógrafos a todas las personas que se formaron por la raya de la tercera base, donde estaba el dugout de los Astros. Cuando terminó por ese lado, se fue a dar autógrafos y tomarse selfies con la gente de la raya de primera base. Terminó regalándole su bate a un niño venezolano en las gradas y conviviendo con otro niño mexicano a quien emocionó hasta las lágrimas. 

Alex Bregman se dió tiempo para hacer lo mismo con la gente, hablando en muy buen español. Albert Pujols agasajó a los fans de los Angels antes del segundo partido, atendiendo a toda la raya de primera base, al estilo Altuve. 

Y el tremendo Mike Trout también convivió con la gente justo antes del primer partido. 

Todo el staff de pitcheo de los Angels interactuó con la gente de las gradas, lo mismo que hicieron el relevista sinaloense Roberto Osuna, y el catcher de bullpen venezolano, Javier Bracamonte. Bracamonte hasta se puso un jersey de los Tigres de la UANL durante el calentamiento, gesto que obviamente arrancó una silbatina de los Rayados, y la algarabía de los Tigres. “¡Es puro cuento! Este wey le va al América”, gritó Roberto Osuna. Una auténtica fiesta para los peloteros.

2. La producción del evento

Excelente, al punto de ejemplo. Y muy reveladora de las capacidades que tenemos los mexicanos para armar un espectáculo a nivel de Grandes Ligas. Pude ver un equipo de producción mexicano trabajando hombro con hombro junto a sus contrapartes de los Estados Unidos. Se podían ver muchos ejemplos de esa colaboración binacional.

En los accesos al estadio, por ejemplo, los líderes de equipo estadounidenses instruían y supervisaban a los chavos mexicanos sobre cómo dar el paso y revisar a los aficionados en el detector de metales en las entradas.

Los agentes de seguridad estadounidenses que actuaban de encubiertos, se detenían en momentos para hablar con la policía de Monterrey, quienes escoltaron los autobuses de los jugadores de regreso a los hoteles.

La cuadrilla de mantenimiento del campo es un componente muy importante en los estadios de Estados Unidos. En las Mexico Series, la cuadrilla era dirigida por dos capitanes estadounidenses, pero todo el equipo eran muchachos mexicanos. Este equipo hizo un excelente trabajo y pude ver a los jefes de cuadrilla estadounidenses tomándose el tiempo para bromear con ellos y felicitarlos por su empeño. Durante el juego, los muchachos Mexicanos salieron a darle sus “repasadas” al infield varias veces con la misma eficiencia y cuidado que ponen las cuadrillas en los estadios de Estados Unidos.

De regreso en el avión, me tocó sentarme al lado de un chavo estadounidense que trabajó como camarógrafo de campo de MLB. Me comentó que no tuvieron un solo problema con sus contrapartes mexicanos y que su desempeño fue muy bueno, al punto de que él quedó satisfecho con el trabajo que se hizo en las tres visitas. Mencionó que este equipo fue subcontratado por la parte mexicana, pero que la calidad de su trabajo estuvo a la altura.

Aquí voy a hacer una pausa y aplaudir de pie la labor del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanas. Las ceremonias de la bandera gigante, la banda de guerra y el sobrevuelo de los helicópteros Blackhawk dejaron a muchos jugadores de los cuatro equipos aplaudiendo y mirando con mucho asombro, en especial a los americanos. El mismo Mike Trout siguió muy de cerca a los soldados mexicanos, y sobre todo, el vuelo de los helicópteros. Brad Ausmus y AJ Hinch no perdían de vista los movimientos de la banda de guerra y a los elementos de infantería. Pero sobre todo, nos hicieron a nosotros los mexicanos, sentirnos orgullosos de su labor y del respeto que se le da al himno y a los símbolos patrios en nuestros país.

3. La afición

Primero que nada, la respuesta del público mexicano fué de lo mejor. En la serie de Rojos contra Cardenales, el Palacio Sultán promedió una entrada de más del 75 por ciento de su capacidad. En la serie Angelinos contra Astros se registró en promedio de asistencia por encima del 81 por ciento y el comportamiento del público estuvo a la altura del evento. 

No hubo incidentes mayores y lo único que se vivió fue el salto al campo de un niño al final del primer partido entre Astros y Angelinos. El niño fue acogido por todo el infield de Astros, logrando un selfie con Altuve, Correa y Bregman. 

Pude ver aficionados de Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Ciudad de México, Estado de Mexico, Quintana Roo y Veracruz. 

También noté que hubo muchísimos venezolanos, que se habían dado cita para ver buen beisbol y apoyar a sus compatriotas, lo mismo que un buen contingente de cubanos y dominicanos. 

Pero lo que se me hizo parte de los más interesante fue la asistencia de aficionados de Estados Unidos. Se daban su tiempo para caminar por todo el estadio para conocerlo a detalle y comprar cuanta comida de los vendedores de las gradas pudieron degustar. Una pareja de amigos, que hicieron el viaje desde Cincinnati hasta Monterrey, enfundados en sendos jerseys de Johnny Bench, pedían churros, caguamas y tacos en un español con acento “agringado”. Me comentaron que había sido una experiencia impresionante para ellos, que se habían sentido cómodos. Notaron también que el ambiente del evento, había sido muy diferente a lo hacen en Estados Unidos. Venían dispuestos a vivir la experiencia mexicana y no se fueron sin preguntarme cuáles eran los mejores tacos callejeros de Monterrey, pues no se irían sin probarlos. 

Otro fanático estadounidense, que hizo el viaje desde San Diego solo para ver esta serie, comentó que el estadio, la producción y el ambiente también lo habían impresionado mucho. Al grado de que quería que más juegos se jugaran en Monterrey en el futuro. Esta persona venía de presenciar el Opening Series 2019 en Tokio, Japón y comentó que el ambiente de México lo había sentido mejor que el que se vivió en Tokio. Lo percibió más íntimo, colorido y con mayor interacción de los jugadores con los aficionados. 

Una cosa que me dejó un gran sabor de boca fue como todos los aficionados internacionales se estuvieron divirtiendo y convivían entre ellos mismos sin importar raza, color u origen. Y lo mismo con su entusiasmo, adaptabilidad y gusto por la comida mexicana, en especial, norestense.

4. La comida y souvenirs 

Hubo de todo, para todos y la demanda se cubrió al 100 por ciento. El parque tuvo el doble de vendedores en las gradas y eso mantuvo a los aficionados contentos durante las dos series. 

Al son de los churros, los charales, las tortas árabes, las pizzas, los cacahuates, y obviamente, el gran ícono de Monterrey: la cerveza bien helada. La creatividad del menú se dejó ver a todo color: los ya famosos hot dogs “Monstruo” y las hamburguesas; y por supuesto, los tacos de arrachera y cabrito, que son obligatorios en Monterrey.

Destacó también la incorporación de stands de varios restaurantes famosos de Monterrey, una práctica que ha crecido en los estadios mexicanos, y que se da en varios parques de Estados Unidos como Chicago, Pittsburgh, Nueva York y Filadelfia, por citar los más famosos.

Eso sí, las filas eran largas. Se veía que el personal de los stands se la estaba rajando duro para dar abasto a toda la raza. Los souvenirs estuvieron surtidos de manera impresionante y su calidad era igual que en Estados Unidos. Sin embargo, como era de esperarse, el tipo de cambio hizo estragos por tratarse de mercancía americana. Los precios eran altísimos para un aficionado mexicano promedio. 

Los aficionados de los Astros y los Cardenales sí se fueron medio decepcionados. Y es que no encontraron las ediciones especiales de las gorras New Era de los Cardenales en rojo, y azul marino sólido de lo Astros, esas que traían el parche conmemorativo. Hoy, esas ediciones especiales son un artículo coleccionable muy preciado por los aficionados.

5. El campo

Mientras esperaba la salida de Justin Verlander del vestidor, tuve chance de platicar brevemente con Brent Strom, coach de pitcheo de los Astros. Le pregunté directamente que cuál era su opinion del estadio.

“El campo es muy pequeño y el infield es rapidísimo”, me respondió. “Los roletazos corren como balas y va a haber muchos tipos pegando hits y jonrones aquí. La bola viaja mucho en este lugar”. 

Esto me puso a pensar en la altura y la densidad del aire montañoso y semi desértico de Monterrey, que puede propiciar condiciones de juego algo similares a las de Colorado. Después de la serie, en los videos de MLB.com que se transmitieron en redes sociales, una cantidad nutrida de peloteros manifestaron comentarios similares a los de Strom.

Finalmente, saltan las preguntas de rigor que todos los aficionados nos hacemos cada que las Grandes Ligas nos visitan en México. 

En lo personal, me atrevo a compartir mi opinión personal como alguien que se puso la misión de conocer todos los parques de Grandes Ligas en Estados Unidos y una buena cantidad de parques de Ligas Menores. Pero dejo también que el lector saque sus propias conclusiones y se empiece el diálogo.

Juegos de Grandes Ligas en Monterrey en 2019

¿Puede México generar la experiencia en un estadio tal como se vive en Estados Unidos?

Para estándares de Latinoamérica, por supuesto que sí. Creo firmemente, en base a mi experiencia, que México y Monterrey tienen la capacidad de generar una experiencia de estadio como la que se vive en Grandes Ligas. Se tiene uno de los mejores estadios de toda Latinoamérica, en materia de capacidad y logística. 

Además, la cercanía de Monterrey con Estados Unidos, ayuda bastante. Cuenta con la infraestructura turística y hotelera suficiente. Y por supuesto, el noreste mexicano tiene gran afinidad con la cultura texana de Estados Unidos. Todo eso, hacen de Monterrey una sede ideal para estos eventos. 

Pero dejemos esto claro: Monterrey tiene su propio sabor. Pese a las afinidades ya descritas, Monterrey tiene un ambiente distinto a lo que se vive en Estados Unidos. Y eso se debe a la clara desventaja en recursos, experiencia e infraestructura para montar un show como las Ligas Mayores. Sin duda, podemos crear una atmósfera beisbolera única con una franquicia de Grandes Ligas en México.

¿Existe afición suficiente?

Sí hay afición suficiente. Pero también hace falta romper el status quo del beisbol en cuanto a promoción, cultura y preferencia. Los Sultanes de Monterrey, y su propietario, la empresa Multimedios, han hecho un trabajo excelente de promoción al beisbol, a la Liga Mexicana y al equipo como tal.

Sin embargo, en este momento, la maquinaria del futbol y la preferencia por ese deporte en la cultura nacional hacen que el beisbol sea difícil de promocionar como un ícono y pasatiempo nacional. Ese es un obstáculo importante para que lleguemos a tener una franquicia de Grandes Ligas en México. 

¿La oferta de comida que hubo en el estadio, está a la altura de los parques de MLB?

Aquí es donde entra la famosa frase: “No es mejor o peor. Simplemente, es diferente”. 

La comida que se ofreció en el Palacio Sultán sí tiene mucho esmero a la hora de prepararse. Si se cuida que todo esté a nivel satisfactorio, puedo decir que en Monterrey te sirven cosas tan o más sabrosas que en varios parques de Ligas Mayores.

Pero, al final, el rubro de la comida depende de la percepción individual del consumidor. Por ejemplo, muchos visitantes extranjeros buscaban una experiencia gastronómica distinta a lo que usualmente consumen en Estados Unidos. Y lo encontraron. Sin duda, esa sería una de las grandes armas para atraer público si algún día llegamos a tener una franquicia de Grandes Ligas en México.

¿Podemos los mexicanos montar un espectáculo con el orden y la calidad de MLB de forma sostenida durante una temporada completa?

En lo que concierne a los equipos de producción, logística y ejecución, sí se puede. Y ya se vieron los resultados, porque los equipos mexicanos trabajaron muy bien con sus contrapartes americanos. En caso de que algún día llegara a haber una franquicia de Grandes Ligas en México, ese no sería problema.

Hay otros renglones donde todavía hay mucho qué hacer o donde en realidad no es posible hacer nada. Por ejemplo, aumentar la capacidad del estadio, la cantidad de puestos de comida, los accesos al parque, estacionamientos. Ajustar el precio de las entradas y souvenirs al poder adquisitivo del mexicano. En cosas como éstas, el beisbol de Ligas Mayores es aún un sueño para nosotros que solo podemos tener a cuentagotas.

¿Cuáles son los principales obstáculos para que haya una franquicia de Grandes Ligas en México? 

El dinero y la barrera que existe entre una liga de primer mundo y un país en vías de desarrollo. Suena complicado poderle pagar una millonada en dólares a los peloteros. Este último factor lo vuelve incosteable, por los ingresos que una franquicia de Grandes Ligas en México pudiera generar. 

Es por eso que siempre se vió difícil que los Expos consideraran a Monterrey, cuando hasta Puerto Rico tuvo problemas para demostrar que tenían un plan viable para mantenerlos en San Juan. 

Encima de eso, como ya lo dije, el arraigo cultural del beisbol en Mexico es un obstáculo grande a superar para tener una franquicia de Grandes Ligas aquí. Sigue habiendo una preferencia del aficionado a consumir futbol por su popularidad y su accesibilidad. 

México debe enfocarse en demostrarle a Grandes Ligas que es un lugar donde el beisbol es negocio y tiene seguidores al menos por dos o tres veces al año. Eso podría dar pie a que esas oportunidades sean mayores y mejores. Si los Medias Rojas y los Yankees hubieran jugado en Monterrey en lugar de jugar en Londres este año, podemos afirmar que el Palacio Sultán se desbordaría de aficionados y tendríamos una fiesta de gran magnitud.

Ya pasamos el “ya se pudo” cuando se llenó el estadio en aquella serie de Dodgers contra Milwaukee de 1991, o en la de Atlanta contra Minnesota de 1993. Y sobre todo en el Padres contra Mets de 1996. 

Ahora sigue el “ya lo hicimos en grande”. Y la Mexico Series de 2019, fue un gran paso en esa dirección. Quizás sí, algún día podamos llegar a tener una franquicia de Grandes Ligas en México.

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