Guadalajara vive una “charromanía”, y el campeonato de los Charros en la edición 2018-19 de la Liga Mexicana del Pacífico lo confirma.
La Perla de Occidente tiene una larga historia en el beisbol profesional de México. Una cronología que se remonta hasta 1949, cuando por primera vez apareció en la Liga Mexicana de Beisbol una franquicia con sede en Guadalajara.
Pero, esa larga historia ha vivido siempre a la sombra del futbol: la religión de millones de jaliscienses.
La larga lucha de Armando Navarro
Armando Navarro también tiene su larga historia. Pero ha sido una historia de vivir convencido de que el beisbol podía encender de forma definitiva en la afición tapatía.
“Fui dueño también de Charros en la Liga Mexicana de Beisbol, de 1990 a 1995”, asegura Navarro. “Firmé a Fernando Valenzuela, yo lo traje a jugar a Charros. Yo sabía que había muchísima afición”.
Aquella fase de los Charros en el beisbol profesional de los 90 tuvo sus momentos luminosos, sobre todo con la incorporación de Fernando Valenzuela en dos ocasiones, 1992 y 1994.
En aquel momento, Armando Navarro logró traer a Fernando y desatar la locura en cada estadio que pisaba El Toro. Ambas estancias de Valenzuela en los Charros le valieron sendos regresos a Grandes Ligas.
El secreto de la “Charromanía”
Hoy, Armando Navarro es uno de los socios propietarios en esta fase de los Charros de Jalisco en la Liga Mexicana del Pacífico. Y sigue tan convencido del atractivo que el beisbol puede ser en Guadalajara.
Y cuándo se le cuestiona cuál ha sido el secreto de convencer a una ciudad futbolera para asistir al beisbol, Armando Navarro revira. El secreto va por otro lado.
“Cuando hablé con Omar Canizales, presidente de la LMP, en el año 2011 e hice la solicitud formal, nos pidió un estudio de mercado”, explica Navarro. “En Guadalajara, datos oficiales del INEGI, registran que en la zona conurbada viven más de un millón de personas de Nayarit, Sonora, Sinaloa y Baja California. Eso garantizaba ese éxito absoluto de Charros. Teníamos un millón de gentes potenciales que les gusta mucho el beisbol”.
Ese flujo cada vez mayor de personas del beisbolerísimo noroeste mexicano hacia Guadalajara ha facilitado el furor por el Rey de los Deportes.
En 1990, cuando Armando Navarro se hizo cargo de los Charros de Jalisco que jugaban en la LMB, en la Zona Metropolitana de Guadalajara, residían 3 millones de habitantes, según cifras oficiales. Para 2017, la cifra había subido hasta 5 millones.
La importancia de un gran entretenimiento en Charros
Con el mercado a la mano, hay que hacer una estrategia adecuada. Charros de Jalisco ha logrado consolidar una oferta de entretenimiento solida en Guadalajara. Con ello ha logrado captar aficionados que no necesariamente eran aficionados al beisbol, pero que le han ido tomando cariño al deporte.
“Hacemos un gran entretenimiento y te voy a decir cuál fue la fórmula: copiamos a Grandes Ligas”, explica Navarro. “Copiamos lo que hacen los Padres de San Diego. Cada año estamos dos semanas allá”.
En cuanto al ambiente en el estadio le han apostado a algo que atraiga a toda la familia.
“Hacemos muchísimo entretenimiento y muy familiar”, agrega Navarro. “Eso es lo más importante, que nos fuimos por el lado familiar. Va mucha gente del sexo femenino, y las tenemos felices. Y ese ha sido el éxito de Charros”.
Fundamental, el Estadio Panamericano
Una de las grandes diferencias que Armando Navarro ha vivido de los Charros de los 90 a los de hoy, es el estadio.
Durante la mayor parte de su historia en la LMB, Charros de Jalisco jugó en el Estadio Tecnológico, un parque propiedad de la Universidad de Guadalajara. Una sede modesta y pequeña que no le permitía a la organización dar el gran salto de calidad en el entretenimiento.
La incursión de los Charros a la Liga Mexicana del Pacífico para el invierno 2014-15 se dio con el Estadio Panamericano como sede. Ese recinto era originalmente un estadio para atletismo que se construyó para albergar los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara.
Con la llegada de los Charros, el estadio pasó por diversas fases de remodelaciones y adecuaciones que aumentaron su capacidad hasta 16,000 personas.
¿Ha marcado diferencia el nuevo estadio?
“Definitivamente”, responde Navarro. “Al 100 por ciento han sido dos factores: el estadio, y el entretenimiento familiar. Si Charros hubiera regresado al viejo estadio, hubiera sido un fracaso. Con el estadio nos apoyó el gobierno estatal, el gobernador Aristóteles Sandoval fue un factor clave, pues él nos apoyó con el estadio”.
Dos finales en cinco años
La luna de miel empezó pronto para los Charros de Jalisco en Guadalajara. En su misma primera temporada de regreso, los Charros llegaron a la Serie Final tras liderar el standing general, pero perdieron en cinco juegos contra los Tomateros de Culiacán.
Charros había heredado de Algodoneros de Guasave, la franquicia que se mudó a Guadalajara, un equipo contendiente.
“La base mexicana era muy fuerte”, asegura Navarro. “De hecho, habían jugado dos finales y las habían perdido. Eso fue clave”.
Refuerzos en la oficina
Desde entonces, tanto Armando Navarro como Salvador Quirarte se dieron a la tarea de reforzar la oficina en la búsqueda del ansiado título que tanto se le había negado.
Roberto Castellón, de amplia experiencia en la oficina de los Diablos Rojos del México como mano derecha de Roberto Mansur en el área deportiva, se incorporó como refuerzo de lujo para los Charros. Llegó para apuntalar una oficina sólida.
“Somos cuatro los que vemos todo lo deportivo: Roberto Castellón, Ray Padilla, Chava Quirarte y tu servidor”, explica Navarro. “Los cuatro somos los que vemos todo. Y muy complementados. Castellón fue mi primer mánager con Charros en el 91, fue campeón con Charros en el 71. Es una persona que ganó seis títulos con Diablos; tiene mucha experiencia. Es mi amigo hace 25 años y ha venido a sumarse. Y Ray Padilla, pues toda la experiencia que tuvo con la familia Ley”.
Aquel plantel que llegó de Guasave y que le dio a Charros su primera final de Liga Mexicana del Pacífico, se ha ido renovando y apuntalando.
“Este año, con la ayuda de Roberto Castellón y de Ray Padilla, hemos logrado traer grandes elementos extranjeros y esa ha sido la clave. Con la base mexicana que recibimos se ha hecho un equipazo”, explica Navarro.
El salto de calidad con Guadalajara
En cinco años, el salto de calidad de Charros de Jalisco en Guadalajara, como organización, ha sido evidente. A pesar de que Algodoneros de Guasave competía en lo deportivo, a nivel organización era de los últimos de la fila en la LMP, jugando en un mercado muy pequeño. Llegar a Guadalajara fue un salto gigantesco, y le permitió a la LMP expandirse hacia una ciudad llena de oportunidades.
“Tan es así”, apunta Navarro, “que las oficinas de la Liga Mexicana del Pacífico ya están en Guadalajara”.
En cuanto al nivel que ha tomado la organización de Charros de Jalisco en la liga, Armando Navarro contesta con toda seguridad y convencimiento.
“Ya Charros está al nivel de Culiacán, está al nivel de Hermosillo, al nivel de Mexicali”, señala Navarro. “Estamos al nivel de franquicias que tienen muchísimos años. Ya estamos al nivel de ellos, y en una liga que es muy competitiva. Los ocho equipos son buenísimos, y tenemos siete estadios prácticamente nuevos. Solamente nos falta Navojoa”.
Del verano al invierno
Guadalajara ha sido una plaza históricamente asociada principalmente a la Liga Mexicana de Beisbol y al verano, donde ganó dos títulos en 1967 y 1971. Sin embargo, esa plaza usualmente veraniega y más ligada al centro que al Pacífico, se incorporó a la Liga Mexicana del Pacífico. Parecía una maniobra antinatural en su momento, pero a cinco años de distancia, pareciera que Charros ha pertenecido ahí de toda la vida.
Ahora le toca a Sultanes de Monterrey dar ese paso. De ser una plaza vinculada siempre al verano a consolidar una marca en la LMP. Armando Navarro da su voto de confianza de que Monterrey pueda vivir una experiencia similar a la de los Charros de Jalisco en Guadalajara.
“Estoy feliz”, reconoce Navarro. “Sultanes viene a crecer nuestra liga. Es una gran ciudad que me da mucho gusto que ya esté en la Liga Mexicana del Pacífico. Es una gran noticia. Va a ayudar bastante al beisbol”.
El de Charros de Jalisco es un caso de éxito en la gestión de negocios deportivos. Ha dejado muchas lecciones que todo el beisbol mexicano, tanto de verano como de invierno, debe seguir observando.
Un campeonato es siempre una cereza en el pastel. Es la confirmación de que se ha trabajado bien y con inteligencia.
Armando Navarro ha luchado por décadas para convertir el beisbol tapatío en una pasión. Hoy, ha sido una pieza clave para conseguirlo. En una plaza futbolera, los Charros de Jalisco están de moda.