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Fernando Remes

Historia de una de los mejores guantes mexicanos

El joven se acercó a su padre y le dijo que su vocación y deseo más ferviente era jugar a la pelota, dedicarse a ello profesionalmente. El padre sintió como si un rayo hubiera caído en su persona. Adoraba el beisbol, pero no podía permitir que su hijo dejara los estudios y se dedicara al deporte

“Papá, ya no quiero estudiar. Quiero jugar al beisbol”. Don Fernando se quedó viendo a su hijo y por un momento no supo que decir.

Fernando había puesto el dedo en la llaga: uno de los grandes amores de su padre era el beisbol, donde tenía recuerdos hermosos. Había sido gran amigo de Lázaro Salazar, con quien pasó muchos momentos gratos e inolvidables, siendo Lázaro manager de los Diablos.

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El beisbol ha sido mi pasión, pero eso de que mi hijo dejara los estudios para jugar a la pelota, era diferente, dijo Don Fernando en cierta ocasión. El joven Remes estaba estudiando y en su casa ya lo veían convertido en un flamante químico azucarero. Todo rodó por tierra cuando el muchacho habló de jugar profesionalmente.

Ese día, la familia Remes celebró una junta y Don Fernando les hizo saber a su esposa y sus hijos lo que Fernando deseaba. La oposición no se hizo esperar, especialmente por parte de su madre, pero viendo que Fernando estaba decidido a ser alguien en el beisbol, el señor Remes dijo: Está bien. Si él quiere ser pelotero, que lo sea. Vamos a darle la oportunidad de demostrarnos que puede.

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Los ojos de Fernando brillaron casi hasta las lágrimas. Se sintió feliz y agradecido con su padre, ya que la familia siempre fue muy unida y aunque todos soñaban con ver a Fernando con su título universitario, ahora estaban decididos a apoyarlo fuertemente para que fuera una estrella del deporte.

Jugó en los llanos, en la Liga Intermedia, en Nuevos Valores del Seguro Social, en la Petrolera y en la Metropolitana, hasta cuando se presentó al campo de entrenamiento de los Diablos Rojos del México. Fernando iba lleno de entusiasmo y siempre pensando en las palabras de su padre, recién fallecido muy joven. Recordaba sus consejos y, sobre todo, aquella noche cuando le dieron el permiso para que dejara los estudios por el beisbol.

Ese año de 1960, el México había instalado su campo de entrenamiento en Cuernavaca y para allá fue Fernando. Su fildeo seguro y brillante llamó poderosamente la atención de los directivos rojos y lo enviaron a la Liga del Centro con el León. El manager era Molinero Montes de Oca, pero pronto tuvo ciertas dificultades con la directiva del León y tras solo 19 partidos jugados, dejó el equipo.

Decidido a triunfar fue a los entrenamientos del Tigres, que con Memo Garibay al frente, se efectuaban en la capital de la República. Memo lo vio jugar las paradas cortas y lo envió a la Central con Aguascalientes.

Ese 1961 fue su primer gran año en el beisbol profesional, bateando .280 y jugando una gran defensiva para Aguascalientes, siendo el mejor en porcentaje de fildeo con .933, en outs con 224, en asistencias con 349 y en dobleplays con 55. Es decir, se llevó todo.

En 1962, Fernando Remes recibió una buena oportunidad. Los Tigres lo enviaron en un grupo de cinco elementos para entrenar con la organización de los Indios de Cleveland, a los Estados Unidos. Fueron los pitcher José Peña, Horacio Solano y José Leyva, el jardinero Alonso Ruiz y Fernando.

Solo Remes encontró acomodo en las sucursales de los Indios, llamando poderosamente la atención de Hoot Evers, Director de las Sucursales y fue enviado al equipo de Selma, en la Liga de Alabama Clase C. Durante su estancia ahí varios buscadores de Cincinnati, Boston y Yanquis lo vieron jugar se mostraron contentos con su desempeño.

Cuando estaba en su mejor momento bateando para .310 como líder bateador, recibió un pelotazo que le abrió el pómulo derecho, y terminó la campaña con .274.

Afortunadamente todo salió bien después de ese accidente y Fernando quedó listo para debutar con los Tigres en 1963. El muchacho se veía más hecho y ahora le tocaba jugar en México en la fuerte Liga Mexicana. Desde sus inicios demostró su gran calidad con el guante, fildeando rápido, elegante y seguro, cubriendo mucho terreno, por lo que llegaron a apodarlo “El Pulpo”. En el bateo tuvo problemas, terminando la primer temporada con promedio de .225 y un solo jonrón, y aun así fue nombrado Novato del Año.

En las siguientes temporadas se propuso subir su porcentaje de bateo, logrando .253 en la segunda temporada y .265 para 1965, mientras se instalaba como el mejor torpedero de la liga, en cerrada batalla con Jorge Fitch.

Jugó 16 temporadas como profesional, hasta 1976, logrando doce campeonatos de fildeo y dos Guantes de Plata. Fue campeón con los Tigres en 1965 y 1966, donde jugaban solo peloteros mexicanos. Formó parte del famoso Cuadro del Millón, como lo bautizara “El Mago” Septien, con Rubén Esquivias en primera, Arnoldo Castro en segunda, Armando Murillo en tercera y Remes en el short.

Regresó como manager por cuatro temporadas con Tigres, imprimiendo en el equipo su juego dinámico y agresivo, mientras logró llevarlos a tres playoffs y una Serie Final, que perdieron ante Indios de Juarez.

Este hombre que adora el beisbol no se equivocó cuando le dijo a su padre que se quería dedicar al Rey de los Deportes.

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