Por: Alonso Gasca Espinosa
Un tema tan delicado como una declaración de guerra, pero esta no es con armas o entre naciones, sino entre dos equipos y dos aficiones, Diablos Rojos y Tigres, que forman la Guerra Civil.
Es tal vez el juego que puede paralizar a la afición beisbolera y en especial a la ciudad de México, aunque Tigres haya emigrado en 2002 para convertirse en los Tigres de la Angelópolis y posterior a Quintana Roo. Aún conservan un gran número de aficionados en la CDMX y tal vez los más fieles, leales y sobre todo nostálgicos por no tener a su equipo en la ciudad que los vio nacer y donde consiguió, hasta el día de hoy, la mayoría de sus campeonatos (8 de sus 12 en total).
Para el año 1955 se inauguró el Parque del Seguro Social y se integraron a la liga los Tigres Capitalinos, que viniendo del último lugar en su primera temporada lograron coronarse en su debut en la LMB, ganando fama de ser “el equipo que nació campeón”.
La siguiente temporada comenzó la batalla entre Diablos Rojos del México y Tigres de México por acumular más campeonatos y la más grande afición de la capital. Al día de hoy Diablos posee 16 campeonatos, cuatro más que los Tigres, pero en la última década los Tigres han levantado tres Copas Zaachila que se otorga al equipo campeón de la LMP, contra una de Diablos.
A través de los años las batallas han sido ardientes, con los aficionados conservando cada recuerdo de su novena, Tigres argumentando que Matías Carillo siempre fue más oportuno que Nelson Barrera de los Diablos con su bat en los momentos críticos, con los Diablos Rojos obligados a resaltar el récord de 455 jonrones de Barrera.
Amar y llevar tatuado en la piel la insignia de tu novena fue, es y seguirá siendo lo más valioso para los aficionados, que no pueden creer cuando ven en la pizarra un error de sus peloteros, y comenzamos otra batalla y una que aprieta las emociones por dentro, cuando su pelotero pasa a formar parte del equipo rival, algo que menos puede perdonar la afición, que con lágrimas miran a sus héroes portar los colores rivales, batear en su contra y a veces comienzan las palabras de reproche para los “traidores” que se han cambiado a la franela rival como Juan Sandoval, Jorge Vázquez, Pedro Castellano, Jorge Cantú, Douglas Clark, Iker Franco, Karim García, Miguel Ojeda, Sergio Omar Gastelum, Carlos Valencia, Jorge Luis Castillo, Francisco Córdoba, Rolando Acosta y Marco Quevedo.
La pasión por Tigres o Diablos es algo que se hereda, padres mostrando a sus hijos lo bello del juego de pelota, para después enseñarles de su pasión y amor para su novena, sus tradiciones, historia, recuerdos y sus colores, aunque haya casos donde se rompe este ciclo, como el caso de Iván Terrazas que hoy juego con Diablos, siendo hijo de quien fuera cátcher de Tigres Capitalinos, Martin Terrazas. En cada Guerra Civil la afición de Tigres no pierde la oportunidad de gritarle “traidor” al buen Iván.
Cuando estos dos equipos se enfrentan desatan la pasión de la afición, que se desborda al parque de pelota para apoyar a su equipo. Y aun cuando la rivalidad es dura también en las gradas, a diferencia de otros deportes, aquí nunca ha escalado a violencia, sino se ha mantenido como una respetuosa rivalidad deportiva y civilizada.
En 2019 Diablos Rojos inauguró el parque Alfredo Harp Helu en CDMX, y en la primera edición de la Guerra Civil en este parque en una serie de tres juegos, Diablos ganó el partido inaugural, pero Tigres se llevó la serie al ganar los siguientes dos juegos.
En agosto los Tigres regresaron a la capital y lograron otro gran triunfo de la mano del pitcher Javier Solano que tiró la ruta completa en un juego memorable.
Para este 2020 nos esperan más series de la Guerra Civil en el Parque Beto Ávila de Quintana Roo o el Parque AHH.