Alex Cora. Este artículo debe, en justicia beisbolera, empezar por su nombre. Su oficina, antes del inicio de la Serie Mundial, estaba atestada por 115 fotografías, todas de 20 x 25 centímetros; cada una representaba, triunfo por triunfo, los juegos ganados en 2018 por los Medias Rojas de Boston. Ya quedaban pocos lugares, pero ahí estaban esos cuatro espacios, los mas importantes, los cuatro juegos restantes por ganar en esa Serie Mundial, contra el gran equipo de los Dodgers de Los Angeles.
Las fotos son, en su mayoría, imágenes de acciones clave de cada juego. En total, 108 juegos ganados en la temporada regular. Tres en la Serie Divisional de la Liga Americana y cuatro más en el Campeonato de la Liga Americana. En 1969 empezaron los playoffs divisionales y se expandieron en 1995. Este sistema hace muy, muy difícil que el mejor equipo del año gane la Serie Mundial. En los recientes 23 años sólo ha sucedido tres veces.
Boston requirió de únicamente cinco juegos, para ganar esos cuatro partidos que lo hacían Campeón Mundial. Las cuatro fotos, ocuparon esos últimos espacios, los más importantes.
La enseñanza de la maratónica derrota
Pero, qué paradójico. El juego que perdieron, el tercero, el único en su contra, viene a ser el juego más importante de todo el año. El más significativo. Todos los que lo vimos lo recordaremos. Alma, entrega, agotamiento, deportivismo, frustraciones. En los 665 juegos que se han jugado de Serie Mundial, representa la derrota más rara, absurda y a la vez más aleccionadora de la historia.
El juego sucede en Los Ángeles, después de un viaje de 2,611 millas el día anterior. Se jugaron 18 entradas, el partido más largo en estos certámenes, en innings y en tiempo, 7 horas y 20 minutos. Esa derrota fue brutal para Boston y dio una bocanada de oxígeno que acabó siendo insuficiente para los Dodgers, y el pésimo manejo de Dave Roberts, quien apostó siempre al jonrón para ganar.
Sacarle el máximo jugo a cada pelotero
Qué nombres de jugadores se me vienen a la memoria de esa serie. Creo que el primero es David Price, vilipendiado como un pítcher cobarde en juegos importantes. Price pidió la pelota para ese Juego 3. “Alex, necesito lanzar hoy¨, fue su petición y casi orden a su joven mánager. “Estoy muy enojado, soy mejor de lo que se dice de mí”. Y lo demostró.
Y aquí entra otro personaje de Boston en esta serie, Nathan Eovaldi, quien fue usado fundamentalmente, con sus 100 millas de velocidad, como relevo largo por primera vez en su carrera. Le resultó el experimento a Cora y Eovaldi se ha convertido en un lanzador muy cotizado.
David Price, con Chris Sale el estrella, Rick Porcello, Nathan Eovaldi y Eduardo Rodríguez, se combinaron para iniciar 124 juegos para Boston. Pero en esta serie, todos trabajaron y en serio en el bullpen. Así Cora, de manera inesperada, fortalecía tremendamente su relevo, lo que es clave en series cortas. Esas ideas las trajo de los Astros, como coach de banca, y así adquirió Medias Rojas a Eovaldi de Tampa en julio. Siempre pensando en octubre, adquirieron a un inicialista que pudiese ser usado en el relevo. Magistral, más no inédito.
Chris Sale, el súper estrella sufrió de una fuerte inflamación al ir avanzando la temporada. De 98 millas, su lisa ya bajaba a 92. Para fortuna de Boston, el estrellón de Dodgers, Clayton Kershaw andaba por las mismas, tal vez peor.
Pelear cada turno al bat
Aquí aprovecho para comentar la manera de batear de Boston. Entre ellos el hacer contacto es importante, y no poncharse es un objetivo. Los fouls se aplauden y fuerte desde el dugout. El coach de bateo, Tim Hyers, es clave en esa mentalidad que ejemplifica también el modo en que jugaba Cora. Esta manera de plantear los juegos es opuesta a la de los Dodgers y su controvertido Dave Roberts. Hay que recordar que poncharse al batear tiene mucho más significado que ser sólo un out.
En 2018, los Medias Rojas se convirtieron en el mejor equipo para batear con dos strikes en la cuenta. Por cierto, ese mismo honor lo tuvieron los Astros en 2017, y también quedaron campeones ese año. En la serie final contra Dodgers, dos de los hits más importantes fueron bateados en esas circunstancias. El catcher Christian Vázquez comenzó el rally ganador del Juego 2 con dos strikes, y acortó su swing para pegar un sencillo al derecho. Y Brock Holt uno de los versátiles utilities, el milusos de Boston, empezó el rally del Juego 4, con otro hit al jardín contrario, con un swing corto. Fue un limpio doblete.
El éxito desde la oficina
El que Cora pueda aplicar este tipo de juego en una época de todo o nada, de jonrón o ponche, no es fortuito. El Gerente General, el muy respetado Dave Dombrowsky le permite y lo prohija a hacerlo. Por cierto, en 2018 hubo en todas las Grandes Ligas más ponches que hits. Así fue por primera vez en la historia.
En 2017 Dombrowsky despidió al entonces manager John Farrell. Cuatro días después en una suite del muy buen Hotel Palace de Manhattan, atrás de San Patricio, Dombrowsky y sus principales estaban entrevistando a Cora. Su etiqueta de presentación era común. “Uno de los peloteros más inteligentes que he visto”. La reunión fue más que positiva. La decisión estaba tomada.
Ya con la temporada encima Cora empezó a dejar ver su estilo de líder. Joven, pero serio. Cercano, pero estricto. Cálido, pero exigente. Alegre, pero muy alegre. Contagioso.
El 2018 fue presentando sus retos. Jugar a ese nivel 162 partidos regulares exige una labor de equipo titánica. Las estrellas y súper estrellas no son nada sin los otros jugadores del equipo. La lesión de su líder moral, el segunda base Dustin Pedroia en apenas el segundo mes; la gran y consistente temporada ofensiva de sus dos caballos al bat, Mookie Betts y J.D. Martínez; las estratégicas contrataciones de Nathan Eovaldi y Steve Pearce en el curso de la campaña. Tantos detalles, tantos jugadores, tantos egos.
Las decisiones difíciles para Cora
Y un hecho duro, pero que dibuja a Cora fue el siguiente: dejó libre a uno de sus jugadores más experimentados. Ese pelotero era el líder entre los latinos, pero cuya personalidad no acababa de cuadrarle a Cora por ciertas actitudes de prima dona, que no eran de su agrado. Decidieron darle su libertad al famoso Hanley Ramírez, amigo personal de Cora. Para entonces ya tenían en la mira a Pearce como primera base que bateaba a la derecha, que hace combinación con el zurdo Mitch Moreland.
Poco a poco, Dombrowsky y Cora estaban armando al mejor equipo de pelota de todas las Ligas Mayores. Con los Astros, muy cerca y atrás; al menos tres escalones abajo, los Yanquis, Dodgers e Indios; después Atlanta y otros equipos en desarrollo.
Ese 2018 será recordado por siempre en los anales del beisbol y de Boston. Paradójicamente, aparecerá como su juego más emblemático ese que perdieron en Los Ángeles, el número tres de la Serie Mundial. Demostrado una vez más: se aprende más de las derrotas y se gana más de las dificultades.