Desde que se retiró Mariano Rivera, todos sabíamos que en cuanto fuera elegible entraría en las papeletas para el Salón de la Fama en Cooperstown. Y ese año llegó: 2018.
El reto de la unanimidad
Se fue del beisbol con el récord de salvamentos, y hoy, el premio al mejor cerrador del año en la Liga Americana lleva su nombre. La elección se haría en enero de 2019 y más que dudar de su entrada, las apuestas se concentraban en el porcentaje de votos que recibiría.
Mucho se hablaba de unanimidad. Pero en esa Norteamérica polarizada, tenía varios factores en contra: no era americano, era relevista, jugó para los Yankees. La tan ansiada unanimidad que ya les habían negado a legendarios como Ruth, Williams, Mantle, Mays, Seaver, Musial, Aaron.
El martes 22 era el día señalado para hacer los anuncios de los nuevos elegidos para ser parte de los inmortales de Cooperstown. Poco después de las cinco de la tarde, las autoridades empiezan el anuncio de los nuevos miembros: Edgar Martínez, Roy Halladay, Mike Mussina.
Y enseguida, Jeff Idelson, presidente del Salón de la Fama, dedicó unas palabras en español para darle la bienvenida al último elegido: Mariano Rivera.
Y con él, aparecen también los porcentajes de votación: Mariano Rivera, 100 por ciento. Se convertía en el primer jugador en ser elegido por unanimidad al recinto sagrado.
Mariano, el futbolista
Nada mal para el nacido en Puerto Caimito, Panamá, el 29 de noviembre de 1969. Hijo de Delia Elvira Jirón y Mariano Rivera, pescador.
Mariano describe su infancia como feliz, a pesar de las limitaciones económicas. Deseaba ser mecánico, pero no terminó sus estudios.
Su pasión de entonces era el futbol, y su ídolo deportivo era Pelé. Esa afición por el futbol nunca lo ha abandonado y cada que sus posibilidades le permitían, acudía a ver los partidos de la selección canalera.
El accidente del beisbol
Jugaba beisbol por placer y disfrutaba estar como jugador de campo porque le parecía más emocionante que lanzar. Se inicia como lanzador espontáneamente pues su equipo se queda sin pítcher.
Gana ese partido y asombra a todos. Dos semanas después, sus compañeros le avisan que le consiguieron una prueba con los Yankees. Primero con el scout Chico Heron y luego con Herb Raybourn, entonces director de scouteo de los Yankees en Latinoamérica, quien queda sorprendido por el atleticismo y los tiros suaves y aparentemente sin esfuerzo del delgado chico de 20 años.
Firmado por los Yankees
Ese año, 1990, firma por un par de miles de dólares con los Bombarderos del Bronx. Después de varios años en sucursales, y una delicada cirugía en el codo, debuta el 23 de mayo de 1995 en una visita de los Yankees a los Angels. Ese fue el inicio de una histórica carrera de 18 años en Grandes Ligas.
El palmarés de Mariano Rivera
Sus logros y récords son tantos que es largo enumerarlos. Basta señalar sus 652 juegos salvamentos, y 42 rescates más en postemporada.
Con cinco anillos de Serie Mundial, es el único cerrador en ganar distinción al Jugador Más Valioso en Serie Mundial, Serie de Campeonato de la Liga Americana y Juego de Estrellas.
Dos temporadas con más de 50 juegos salvados, nueve temporadas consecutivas con más de 30 juegos salvados. Acanzó 1173 ponches, y 13 nominaciones al Juego de Estrellas.
Un hombre sencillo
Más allá de los logros deportivos, Rivera es un hombre de sonrisa fácil. Casado con Clara, su novia de la infancia con la que tiene tres hijos, en devoto cristiano desde los 25 años y tiene una fundación que lleva su nombre con la que apoya a varias causas de beneficencia.
Mariano ha sido un hombre sencillo, disciplinado. Siempre honró con gracia y dignidad los legendarios colores que vestía, y lo mismo con el mítico número 42 que portaba en el dorsal. Grande dentro y fuera del terreno.
Los que somos aficionados a los Yankees tenemos un aprecio especial por Rivera, nuestro “Marianito”, también conocido como “MO” y “Sandman”. Estupenda persona y el mejor en su posición.
Una despedida inolvidable
Esa doble grandeza no pasó inadvertida para sus compañeros de profesión y a los aficionados al rey de los deportes.
Mariano decidió retirarse en la temporada 2013. Ese año recuerdo haber ido a un partido de su gira de despedida visitando a Padres de San Diego en una cálida tarde de agosto. El segundo mejor cerrador de la historia y miembro actual de Salón de la Fama, Trevor Hoffman, fue el encargado de entregarle el reconocimiento. La afición le premió con una generosa ovación.
Esa escena se repitió en todos los parques donde se presentaba Rivera. En el Fenway Park, la casa de los archirrivales, a su entrada lo esperaba todo el equipo de Boston como homenaje y entre otros regalos le dieron la goma de lanzadores del bullpen visitante.
Los Mellizos de Minnesota le obsequiaron una silla hecha de bates rotos, en alusión a los bates y bateadores damnificados por el cutter de Rivera.
En el estadio de los Yankees, el grupo de rock Metallica tocó en vivo la canción de ese grupo que acompañaba a Mariano al salir a la loma: Enter Sandman. Fue una temporada muy emotiva en la que Mariano cosechó todo el respeto y cariño que había sembrado.
La inmortalidad inevitable
No me sorprende que nadie haya escatimado elogios hacia Mariano Rivera en su elección unánime al Salón de la Fama. Compañeros y la organización de Yankees, analistas deportivos, aficionados. La mayoría hace énfasis en su sencillez, humildad, espíritu competitivo y respeto por sus oponentes.
Rivera se une a otros ocho ex jugadores de los Yankees que están en el Salón de la Fama y que únicamente vistieron el uniforme de los Bombarderos del Bronx: Combs, Gehrig, Dickey, Di Maggio, Rizzuto, Ford y Mantle.
Recuerdo cuando estaba en Clase A en Greensboro, Carolina del Norte, solía irme a dormir, y algunos días lo hacía llorando. No por el juego, sino porque el factor del idioma era difícil para mí.
Mariano Rivera en la ceremonia de ingreso al Salón de la Fama.
Qué gran orgullo que sea latino el primer jugador en la historia del beisbol que entra al Salón de la Fama por el voto unánime de los electores del Baseball Writer’s Association of America.
Será maravilloso verlo inducido al Salón de la Fama el próximo 21 de julio en Cooperstown. Apaga y vámonos.