El Almirante de los Pingos
Jugador de béisbol, figura emblemática, de silueta bonachona, jovial, sencillo, franco, bromista y a la vez muy callado, con gran pundonor y carácter férreo, siempre enfocado a cumplir sus metas. Este es Nelson Enrique Barrera Romellón, oriundo de Ciudad del Carmen en Campeche, el “Almirante”, como lo apodara el cronista Don Óscar “Rápido” Esquivel después de debutar con los Diablos Rojos del México y sus grandes “capitanes” como Abelardo Vega en la tercera base, Antonio Villaescusa en el short stop, Ramón “Abulón” Hernández en la segunda base, Pat Bourque en la primera base, Miguel Suárez en el jardín central, entre otros; así que usó este mote para diferenciar al novato que provenía de una isla de gran historia filibustera y de grandes navíos.
Nacido un 17 de octubre de 1957 y su incursión al rey de los deportes se dio a los nueve años de edad, en aquellas canchas ubicadas en el desaparecido Campo Infantil “Héctor Pérez Martínez” – hoy instalaciones del DIF – Carmen, donde el inquieto Nelson Barrera llegó de la mano de su señora madre, Nildelbia Romellón Pérez. Presentó a su hijo al manager del equipo infantil “Piratas de Tlacotalpan”, el señor Franco “Pirata” Cruz Salas, quien pronto se puso a trabajar arduamente para captar la atención del pequeño Nelson, enseñarle las técnicas básicas del deporte rey, disipar la indisciplina y falta de atención en las instrucciones.
Pronto rindió frutos y en pocas semanas se convirtió en uno de los referentes del equipo bucanero, colocándolo el profe Franco en el line up como cuarto bat, donde según cuentan aquellos que lo vieron de cerca, iniciaron sus primeros bombazos de vuelta entera, que mandaban a volar a doña blanca por encima del prado izquierdo de la calle 35, donde se encontraba la barda del Campo Infantil. También destacaron las innumerables protestas por parte de los equipos rivales, que argumentaban que Nelson no parecía jugador de 9 años por su figura espigada, por lo que su madre debía traer consigo el acta de nacimiento de Nelson en cada partido, para comprobar su edad.
Esta pasión por el béisbol y deseo de superarse, llevaron al joven Nelson a querer jugar al parejo de jugadores mayores a él, por lo que pronto fue acercándose al también desaparecido Parque “Miguel Alemán”, y entrar a equipos de tercera y segunda fuerza de la localidad, donde con el paso del tiempo fue perfeccionando en cada práctica, su técnica y puliendo sus cualidades.
En 1974, de la mano de Armando Barajas, incursionó en el béisbol semiprofesional, debutando en la ya desaparecida Liga Central con la novena de “Ébano” y en 1975 sus números le permitieron vestir la casaca del equipo de Lagos de Moreno en Jalisco, donde empató con Clemente Juárez, como líder de carreras producidas con 51. Al siguiente año vistió la franela de Fresnillo, Zacatecas y finalizó como campeón de carreras producidas con 63. En las tres temporadas que jugó en la Liga Central, El Almirante conectó 22 cuadrangulares, situación que pronto llamó la atención de los buscadores de talento, a tal grado que fue llamado a los campos de entrenamiento de uno de los equipos más importantes de la Liga Mexicana de Béisbol, los Diablos Rojos del México.
Se cuenta que el “Abuelo” Mora, bat-boy del equipo escarlata por muchos años, al ver el poder de Nelson, vaticinó que con el transcurrir de los años acabaría con los récords del “Superman de Chihuahua”, Héctor Espino, que por cierto era el jugador que más admiraba el “Almirante”.
Coincidencia o destino, cuando el equipo de los Diablos Rojos hace sus cortes en el campamento de entrenamiento y Barrera queda dentro de los seleccionados que formarían parte del roster, el pelotero deseaba portar el número 18, sin embargo, este número ya había sido asignado al cátcher Rafael Barrón Pacheco, por lo que le fue asignado el número 16. Tiempo después una religiosa que lo ve jugar y sabiendo el origen de Nelson, lo asocia con la conmemoración de la Virgen del Carmen y que sería su amuleto en toda su carrera profesional, portándolo en cada uno de los equipos donde jugó y trabajó como manager hasta su retiro como profesional.
Debutó en la Liga Mexicana de Béisbol en el verano de 1977 con los Diablos Rojos del México y como el de muchos de los grandes ídolos, fue casi accidental, en una posición que no desconocía, el jardín central. En ese año se dio el lujo de jugar las nueve posiciones en un mismo juego, pero fue en 1978 cuando, derivado de la lesión de Abelardo Vega, se adueñó de la almohadilla de la tercera base, en el equipo de otro inmortal, Benjamín “Cananea” Reyes. En la temporada 1981 fue trasladado a los Tecolotes de Nuevo Laredo, donde jugó por dos temporadas, para luego regresar de nuevo con el equipo escarlata hasta 1991, donde tuvo sus años de gloria, incluyendo los campeonatos de las temporadas 1985, 1987 y 1988.
En 1984 tuvo una gran temporada con .354 de porcentaje de bateo, 101 carreras producidas y 20 cuadrangulares, y los buscadores de talento de Grandes Ligas se interesaron por él, en especial los Medias Blancas de Chicago que en 1985 lo llevaron a jugar con los Bisontes de Búfalo en AAA. Sus números no fueron los esperados, 2 home runs en 74 turnos al bat con un porcentaje de .176, por lo que regresó nuevamente con los Diablos Rojos del México.
Fue en 1987 cuando Nelson Barrera tuvo su mejor temporada en la Liga Mexicana de Béisbol, bateando para .349, con 153 hits, 42 home runs y 134 carreras producidas, aportando un gran slam en el quinto partido en la serie final contra Tecolotes de los Dos Laredos, en aquel épico Parque del Seguro Social, con lo cual sus Diablos ganó su noveno título. En esa temporada consiguió el título de campeón de cuadrangulares, tanto en la Liga Mexicana de Béisbol como en la Liga Mexicana del Pacífico, así como el título de carreras producidas en la LMB.
Uno de sus sueños se dio en el año de 1992, cuando es contratado por los Piratas de Campeche, ya que sería la oportunidad de brindarle los juegos a sus paisanos. Con el equipo filibustero jugó tres temporadas, donde mantuvo buenos números a la ofensiva y grandes jugadas a la defensiva en la esquina caliente. En 1995, retornó nuevamente con el equipo de sus amores, los Diablos Rojos del México y en 1996, jugó con el equipo debutante de Guerreros de Oaxaca, donde consagró sus récords y termino de conformar su leyenda.
Fue un 22 de abril de 1997, en el Estadio “Eduardo Vasconcelos” jugando para los Guerreros de Oaxaca, cuando Nelson Barrera conectó un hit a la pradera del jardín derecho a Darrell Deak con el cual superaba el récord de 1573 carreras impulsadas que pertenecía a aquel jugador que tanto admiró, el “Superman de Chihuahua” Don Héctor Espino.
En la temporada de 1998 consiguió el campeonato con la Tribu Zapoteca siendo manager y jugador, tras vencer a los Acereros de Monclova en la Serie Final.
El 31 de mayo de 2001 Nelson Barrera se convirtió en el máximo vuela cercas de la liga veraniega, cuando rompió la marca que durante 17 años mantuviera Héctor Espino, al conectar su cuadrangular 454 con los Guerreros de Oaxaca en el Estadio “Eduardo Vasconcelos”, ante los lanzamientos de Gaudencio Aguirre.
En el año 2002 regresó nuevamente con la pandilla escarlata por cuarta ocasión, donde iba en busca del récord de más hits y dobletes, que pertenecían a José Sommers, con 3004 y 488, respectivamente. Le faltaban sólo 70 hits y 24 dobletes, pero antes de comenzar la campaña, una operación en su rodilla lo obligó a estar inhabilitado y sólo participó en cinco partidos con los Diablos Rojos del México esa temporada, antes de ser requerido por los Piratas de Campeche, quienes estaban interesados en que jugara y los dirigiera.
Al hacerse cargo de los Piratas sólo estuvo al frente unos días, ya que le ofrecieron el puesto de director en el Instituto del Deporte de su Estado, en el cual se mantendría hasta antes de su lamentable deceso, el 14 de mayo de 2002.
En la Liga Mexicana del Pacífico, debutó en la temporada 1979-1980 con los Ostioneros de Guaymas, pasando después una temporada con los Naranjeros de Hermosillo, otra con los Mayos de Navojoa y de nuevo con los Ostioneros de Guaymas, antes de unirse en 1982-1983 con Tomateros de Culiacán, donde jugó por una década y fue pieza fundamental en la obtención de los títulos de las temporadas 1982-1983 y 1984-1985.
Sin lugar a dudas el legado de Nelson Enrique Barrera Romellón lo hace una leyenda difícil de superar en muchos de los records que dejó de por vida; su entrega y profesionalismo lo llevaron a encumbrarse en lo más alto del béisbol profesional de nuestro país, incluso superar a su ídolo Héctor Espino en algunos aspectos. Su obra está catapultada en las nuevas generaciones de beisbolistas y aficionados que año con año lo recuerdan con mucho cariño y admiración, por consecuencia su legado está plasmado en los Estadios de San Francisco de Campeche y Ciudad del Carmen, que llevan su nombre en honor a su trayectoria.
Y qué decir de aquel reconocimiento que todo jugador desea, que su número quede inscrito con letras doradas en la posteridad, al ser retirado del roster, para homenajear los récords de las leyendas, situación que sucedió con los Diablos Rojos del México, Piratas de Campeche y Tomateros de Culiacán. Increíblemente no sucedió con el equipo de Delfines de Carmen en sus 5 años de existencia en la LMB, a pesar del clamor de la fanaticada popular.
Ingresó al Salón de la Fama de la Liga Mexicana de Béisbol en 2003 y al Salón de la Fama del Béisbol del Caribe en 2007, del cual se recuerda aquel squeeze play que realizó de manera sorpresiva con las bases llenas en 1986 en Maracaibo, Venezuela para darle el campeonato a las Águilas de Mexicali bajo las órdenes de Benjamín “Cananea” Reyes.
Números en la Liga Mexicana de Béisbol
- Porcentaje de bateo .298
- Hits 2,937
- Dobles 464
- Triples 53
- Cuadrangulares 455
- Carreras producidas 1,927
- Carreras anotadas 1,485
- Bases Totales 4,872
- Slugging .495
- Cuadrangulares casa llena 13
- Bases por Bola 899
- Bases Robadas 113
- Juegos de Estrellas 17
- Guantes de Oro como 3B 5