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Nostalgia

Tremenda historia

Especial para las madres

Dicen que la suerte es el resultado de un trabajo arduo, duro, dedicado, disciplinado. Aparte de creer o no en Dios, si Usted es de los que no creen en lo que dicen los horóscopos del periódico o lo que sucederá si se atraviesa en el camino un gato negro, entonces estamos en la misma sintonía, en la misma línea. Sin embargo en ocasiones suceden cosas que uno no se explica. Alguna vez leí que para lograr un mejor aprendizaje, podríamos acompañarnos de una música relajante mientras estudiamos y que según experimentos de una Universidad, la mejor pieza para ello era la de “Water Music Dance” de George Frederic Handel, busqué la pieza en mi colección de discos y no la encontré. Sin embargo días después, ayudando en las faenas domésticas, al barrer debajo de los uno de los sillones de la sala, apareció un “compact disc” con esa pieza, sin su estuche y con la parte grabada hacia el suelo, muy deteriorado, aún así funcionó y funciona aún perfectamente, pregunté a mis hijos y a mi esposa y nadie lo llevó allí. Efectivamente, una pieza maravillosa. Pero… cómo llegó a ese lugar. Misterios de la vida. Como la vida misma. En otra ocasión leí una conmovedora historia del ex beisbolista John Morris, con el tiempo ése y otros libros los donamos a una biblioteca, después quise dar marcha atrás y conservar el libro, pero ya era muy tarde, lo busqué en librerías y me informaron que estaba descontinuado, que ya no había manera. Hoy al andar buscando un libro en mi biblioteca, encuentro el que trae la historia en cuestión. Como dijo alguien: “No soy supersticioso porque dicen que es de mala suerte.” Algunos aficionados creemos que la vida del pelotero profesional es de puro pasarla bien, viajes, comida, bebida, fiestas, conocer lugares, solvencia económica, etc. No nos detenemos a pensar que también se enfrentan a problemas de todo tipo como Usted o aquel o yo. Casa, familia, trabajo, amigos, hijos, esposa y más. Les comparto parte de la historia de John Morris quien jugó en Grandes Ligas de 1986 a 1992. Durante siete temporadas fue parte de los Cardenales de San Luis, Filis de Filadelfia y terminó su carrera con los Angelinos de Anaheim. Morris no fue el jugador espectacular y menos la super-estrella del juego, pero jugó en Grandes Ligas y era muy voluntarioso, recuerdo haberlo visto con los Cardenales cuando visitaban el Jack Murphy en San Diego. Le tocaron tiempos de Jack Clark, Pedro Guerrero, Vince Coleman, Willie McGee. Recuerda John que deseaba tener la oportunidad de jugar con un equipo cerca de casa en New York. A su señora madre le habían diagnosticado cáncer de mama y quería pasar más tiempo con ella. Su deseo se hizo realidad cuando firmó con los Filis de Filadelfia en 1991, a solamente tres horas de su hogar. La salud de su madre empeoraba y según los pronósticos médicos no resistiría mucho tiempo, su novia y él decidieron casarse antes de los convenido para que su mamá asistiera a la boda. Su desempeñó beisbolero empeoró, le redujeron el tiempo de juego y en los pocos juegos que participó no hubo nada bueno que contar. No conectó de hit en 18 turnos seguidos al bat, su juego fue a la baja, lo que lo hizo sentir muy mal. La mala racha terminó el primero de septiembre jugando contra los Bravos. Jugando en Filadelfia, entró al juego como bateador emergente en la parte baja de la décima, el marcador empatado a 4, contra uno de los lanzadores más temibles del momento, Mark Wholers. Lo único que deseaba Morris era ganar el juego para su equipo. Después de estar en cuenta de 1 y 1, a los siguientes dos lanzamientos muy poderosos, conectó dos batazos de foul, sintió entonces que el espíritu competitivo volvía a él. Con la cuenta en 2 y 2, se preparó mentalmente y conectó a un lanzamiento rápido en la parte de adentro de la zona, sintió un estruendoso ruido al contacto del bat con la pelota. David Justice corrió hacia la barda solamente para ver que la pelota se iba de cuadrangular y con él la victoria para su equipo. Sintió que el corazón se le salía. Dos semanas después visitó a su mamá para mostrarle la grabación de su cuadrangular. Cuando la vio, le impactó el deteriorado estado físico en que su madre se encontraba, supo que tal vez sería la última vez que la vería con vida. Comenzaron a ver la cinta por primera vez, ninguno sabía lo que el cronista había narrado en ese momento. Después del cuadrangular Harry Kalas, comentó que habían pasado seis semanas desde que conectara su más reciente imparable. John tomó de la mano a su mamá y escucharon a Kalas: “John Morris hizo un gran esfuerzo durante la segunda mitad de la temporada y esto no le podía haber sucedido a un mejor individuo.” Se pudo sentir cómo brotaron las lágrimas de los dos cuando se mostró en cámara lenta la repetición del espectacular cuadrangular. Cuando Mark Wohlers se enderezó, Kalas dijo las palabras más dulces que su madre hubiera escuchado: “La mamá de John ha estado enferma desde hace tiempo,” en cuanto la pelota hizo contacto con el bat, agregó: “y este cuadrangular con toda seguridad fue dedicado a ella.” John y su mamá rompieron el llanto. Lo abrazó con toda la fuerza que pudo y le dijo al oído: “Te amo hijo y estoy muy orgullosa de ti. Te voy a extrañar mucho.” La temporada ya casi terminaba junto con el mes de septiembre, cuando Morris recibió una llamada avisándole que los médicos no creían que su mamá pasara del fin de semana. El domingo por la tarde se llevó a cabo el último juego de la temporada y el lunes por la mañana ella murió cuando John estaba a su lado. Seguramente sabía que la temporada había terminado y ya podía irse.

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