COOL PAPA BELL
Basado en un texto de Javier ‘Jaibo’ Demon
Dicen que las leyendas nacen, no se hacen.

Pero si alguna vez existió un alma capaz de borrar la línea entre el mito y lo humano, ese fue James Thomas “Cool-Papa” Bell.
No necesitó las luces del Yankee Stadium ni el estruendo de la prensa en Cooperstown para dejar su huella.
James “Cool Papa” Bell construyó su leyenda en infields olvidados y diamantes polvorientos, en pueblos donde las gradas eran de madera y el aire denso de humedad.
Allí, el único marcador que contaba era la memoria.
Pregúntale a cualquiera que lo haya visto jugar y verás cómo sus ojos se pierden, como si todavía intentaran alcanzarlo.
Satchel Paige —que no solía exagerar… a menos que la historia lo mereciera— una vez negó con la cabeza y dijo:
“Le conectó una línea que me pasó zumbando por la oreja… y cuando me di vuelta, la pelota ya lo había golpeado deslizándose en segunda.”
Eso no era velocidad.
Era brujería.
¿Cómo se explica a un hombre que podía correr más rápido que el propio juego?
Velocidades así no se miden con cronómetros.
Se recuerdan entre jadeos y carcajadas, o en ese silencio atónito que deja lo imposible.
Se dice que una vez conectó cinco hits y robó cinco bases en un solo juego.
Pero nadie llevó el libro de anotaciones.
Imaginen: la mejor actuación que nunca fue registrada.
Y casi puedes escucharlo reírse entre dientes al contarla.
Y luego está la otra, la que todos conocen:
Cool Papa era tan rápido que podía apagar la luz y acostarse antes de que el cuarto se oscureciera.
¿Mito? Tal vez.
Aunque, según dicen, el interruptor estaba dañado.
Con Bell, eso no cambiaba nada. La gente igual lo creía.
Y con razón. Podía ser cierto.
Pero Cool Papa Bell fue mucho más que sus piernas.
Se ganó su apodo no por su velocidad, sino por sus nervios.
Tenía 19 años cuando subió al montículo con los St. Louis Stars, zurdo y sereno, con un repertorio de lanzamientos traviesos: curvas, nudillos, screwballas…
Tres ángulos de brazo.
En una ocasión abanicó al temible Oscar Charleston y se bajó del montículo como quien se ajusta el sombrero.
Desde el dugout, alguien murmuró: “Ese chico es cool… Cool Papa.”
Y así se quedó.
Su carrera fue un tapiz entretejido con los nombres más ilustres de las Ligas Negras.
Jugó para tres dinastías: los St. Louis Stars, los Pittsburgh Crawfords y los Homestead Grays.

Tres equipos campeones, tres constelaciones de leyendas.
¿Los Crawfords de 1933? Una obra maestra renacentista:
Oscar Charleston, Josh Gibson, Judy Johnson, Biz Mackey, Satchel Paige, Jud Wilson… y Cool Papa, deslizándose entre ellos como un susurro.
No era un toletero.
Pero no lo necesitaba.
Un sencillo era casi un doble con él en las bases.
¿Un toque? En tercera antes de que pudieras parpadear.
En los jardines no solo cubría terreno: lo devoraba.
Los jardineros centrales de hoy hablan de “alcance”; Bell hacía que esa palabra sonara diminuta.
Ambidiestro. Preciso. Cirujano del bate.
No le pegaba a la pelota.
Jugaba con ella.
La seducía. Y luego desaparecía.
Cuando no estaba reescribiendo las líneas de base en las Ligas Negras, exportaba su talento: México, Cuba, California.
La Liga Mexicana lo recibió con los brazos abiertos y un clima racial más amable.
Allí encontró algo parecido a la paz.
Jugó béisbol invernal durante 21 temporadas y, ya en sus últimos años, compartió su sabiduría como jugador-mánager y cazatalentos de los St. Louis Browns, en los años 50.
El reconocimiento llegó tarde, como suele pasar con los pioneros.
Pero llegó.
En 1974, el Salón de la Fama finalmente le abrió las puertas.

Y el 7 de marzo de 1991, el mundo del béisbol se despidió del hombre que podía ganarle a las sombras.
Puede que Cool Papa Bell se haya ido,
pero nunca frenó lo suficiente como para ser olvidado.
Su paso por México.
Estuvo cuatro campañas en la Liga Mexicana (1938-1941), donde, se dice, ganó 450 dólares al mes. Con Alijadores de Tampico (1938 y 1939). En 1940 fue electo al Juego de las Estrellas. Ese año había alternado entre los Azules de Veracruz y el Algodoneros de Torreón, donde alcanzó la Triple Corona de la Liga Mexicana (.437, 12 jonrones y 79 impulsadas); también dominó en anotadas (119), en triples (15) y, además, conectó 29 dobles y robó 28 bases. Terminó con los Industriales de Monterrey.
|
AÑO |
EQUIPO |
PCT |
J |
H |
HR |
CP |
BR |
SLG |
|
1938 |
TAMPICO |
.356 |
40 |
57 |
6 |
17 |
9 |
.588 |
|
1939 |
TAMPICO |
.354 |
58 |
80 |
5 |
24 |
12 |
.509 |
|
1940 |
TORR-VER |
.437 |
89 |
167 |
12 |
79 |
28 |
.686 |
|
1941 |
MONTERREY |
.314 |
100 |
132 |
4 |
48 |
14 |
.463 |
|
Totales |
4 |
.367 |
287 |
436 |
27 |
168 |
63 |
.560 |
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Ángel Macías
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