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OPINIÓN

ANABE. Un poco de luz a un esfuerzo digno y valiente.

Reconocimiento  a Ramón “Abulón” Hernández y compañeros de lucha como René Chávez, Jorge Fitch y tantos otros.

CU4RTO BAT invita a manifestarse sobre éste tema, libremente, como aquí lo hace el maestro normalista Luis Manuel Rivera, nayarita radicado en Oaxaca. La huelga de la ANABE  significó un punto de quiebre en el béisbol mexicano, del cual aún lucha por recuperarse. Acontecimiento que merece un tratado exhaustivo de sus muchas aristas y ángulos de análisis. JCGI.

Ramón Hernández Zamudio, más conocido como “El Abulón”, nació en Alvarado, Veracruz el 31 de diciembre de 1945. Jugó béisbol amateur de 1960 a 1963 en la Liga Sotavento del Ingenio San Cristóbal, en la Azucarera y en la Liga Inter semanal de Veracruz. Fue un excelente segunda base que bateaba y lanzaba derecho. En el béisbol profesional debutó con los Cafeteros de Tepic en la Liga del Noroeste en 1964; en la Liga Mexicana con los Diablos Rojos del México en 1964 participando en un juego, con San Luis Potosí, de la Liga Central jugó en 1965; en la Liga del Sureste jugó para los plataneros de Tabasco en 1966, y en 1967 con la sucursal de los Diablos en Las Choapas, Veracruz, regresa con los Diablos Rojos del México de la Liga Mexicana de 1966 hasta 1980. En la Liga Mexicana del Pacífico debutó en la temporada 1968-69 con los naranjeros de Hermosillo, y fue cambiado a los Tomateros de Culiacán. En la temporada 1970-71 regresa con los Ostioneros de Guaymas, en la campaña de 1971-72 pasa a los Mayos de Navojoa, del invierno 1972-73 hasta 1975-76 perteneció a los Algodoneros de Guasave, en 1976-77 va a las Águilas de Mexicali donde juega hasta 1977-78 para regresar a los Mayos de Navojoa en 1978-79 a los Mayos de Navojoa con quienes se despide del Pacífico en 1979-1980 por el ya consabido conflicto de la Anabe, de la cual fue el líder principal. En la Liga Nacional de la Anabe jugó y fue manager de los Metropolitanos Rojos de la Ciudad de México y de los Centauros del Norte con sede en la ciudad de Chihuahua, las estadísticas de esta liga lamentablemente se perdieron por la mala administración de los compiladores. 

El Abulón fue un portento: alérgico a los ponches terminó su carrera frisando los .300 de porcentaje .293. Jugó 15 años para los Diablos Rojos y conquistó campeonatos en 1968, 73, 74 y 79. Un caballero dentro y fuera de los estadios es y seguirá siendo el gran Ramón Abulón Hernández. Sus números en la Liga mexicana fueron: 1717 partidos viendo acción, teniendo 6505 turnos al bat, conectó 1904 hits, 195 dobles, 61 triples y 6 jonrones, anotó 904 carreras y produjo 570, tiene en su haber 142 toques de sacrificio y 62 de fly, recibió 28 pelotazos, 483 pasaportes y 31 intencionales y se ponchó en 341 ocasiones, se estafó 184 bases, en 89 ocasiones fue atrapado robando, pegó 121 rodados para doble play obteniendo un average de .293 y un slugging de .344. 

En la Liga mexicana del Pacífico participó en 699 juegos, con 2649 veces al bat, conectó 663 hits, 46 dobles, 11 triples y 2 jonrones, anotó 233 carreras y produjo 170, logró 61 toques de sacrificio y 13 de fly, fue golpeado en 11 ocasiones, negoció 229 bases por bolas y 9 intencionales y se ponchó en 202 ocasiones, se robó 33 bases, siendo atrapado robando en 11 ocasiones, dispara 52 rodados para doble play obteniendo un average de .250. 

Y bien pues en este artículo vamos a enfocarnos a la participación del “Abulón” Hernández en la Asociación Nacional de Beisbolistas (ANABE), retomando algunos acontecimientos como antecedente que fueron involucrando a Ramón Hernández Zamudio 

Jugaban los Diablos Rojos del México en León, Guanajuato, lanzando el estelar René Chávez Uzcanga de La Aguada, Alvarado, Veracruz, que ese año al igual que prácticamente todo el staff escarlata estaba pasando las de Caín, con las actuaciones ciertamente grises de los pitchers rojos y que a su vez eran reflejo de un equipo que estaba en etapa de renovación y por tanto no vivía la mejor de sus etapas, más bien se acercaba el final de una época. 

En aquel juego en la ciudad “donde la vida no vale nada” vino un ataque de los Cachorros y colocaron hombres en las bases. Chávez entró como debe de ser en esas condiciones: De lado, hizo su movimiento y… el umpire de primera le marcó balk. Vino el siguiente lanzamiento y nuevamente el juez señaló engaño al lanzador. Concepción Rodríguez, “Concho” en el ámbito beisbolero, quien era un ampáyer agresivo y prepotente, ya anteriormente en Saltillo Jorge Fitch también le dio de golpes, afortunadamente intervinieron los demás peloteros y se lo quitaron si no va a dar al hospital, pero no escarmentaba, en esta ocasión había sancionado algo pocas veces visto… marcar dos balks seguidos, Chávez ante tal hostigamiento por supuesto le reclamo y desde ahí no es muy claro todo lo que vino, de acuerdo con las versiones que se conocieron en la época Rodríguez espeto “al siguiente te marco otro” y René se le fue encima a encararlo por lo que fue expulsado, no paró su carrera por el contrario se impulsó más y le atizó al “Concho” tres patadas voladoras que le causaron daño por los ganchos de los spikes, intervinieron Antonio Villaescusa Elías de San Luis Río Colorado, Sonora y Nelson “El Almirante” Barrera Romellón de Cd. Del Carmen, Campeche, tratando de poner orden. 

En los días siguientes como era de esperarse la liga sesionó y sancionó al pitcher del México con una suspensión por el resto de la temporada. Chávez recibió el castigo más severo de la historia para un jugador. Una decisión tajante, inapelable… Ángel “El Gallego” Vázquez jefe rojo de aquella época, intervino, pero fue en vano y entonces vino la parte más importante de aquel suceso. Los peloteros, compañeros de René, clamaban por reducir el castigo que consideraron severo. 

Se pidió que los escucharan pues había una convención en Monterrey y era un buen foro para interponer el recurso de apelación. Se nombró entonces a Ramón “Abulón” Hernández Zamudio de Alvarado, Veracruz, capitán del México como el interlocutor para este caso, por lo que acudió hasta la Sultana del Norte a presentar sus argumentos de defensa. 

A ciencia cierta no se supo lo que ocurrió en esa reunión, pero como era de esperarse el dedo pulgar de los jefes giró hacia abajo cual dictamen de emperador romano y Chávez fue castigado el resto del año. Para el México esta decisión prácticamente le costó ser eliminado por los Plataneros de Tabasco y no enfrentar a Puebla en playoffs como había ocurrido varias ocasiones en esa década, sin duda un golpe fuerte para el de por sí diezmado equipo capitalino. 

Pero lo más relevante no fue el resultado deportivo. Aquel acontecimiento significó de alguna manera una gota que hizo que varios peloteros comenzaran a reflexionar sobre lo que estaban viviendo, el trato que recibían, la diferencia existente entre jefes y trabajadores. Sus derechos laborales pues. Quizá lo que vio y vivió el “Abulón” en aquel momento fue tan significativo que lo puso a pensar sobre una nueva etapa del béisbol para los peloteros. 

A la suspensión por el resto de la temporada de René Chávez en el 79 sin realmente poder presentar un recurso de defensa, se sumaron más suspensiones de por vida a Jorge Roque de Ponce, Puerto Rico, Rommel Canada de Philadelphia, Pennsylvania, el puertorriqueño Raúl “Boogie” Colón y Reggie Sanders de Birmingham, Alabama, por diversas acciones de “rebeldía”, nada más por opinar en contra de los dirigentes de la LMB, el que los viajes fueran tan distantes y viajaran en camiones en malas condiciones y pedían el cambio de dirigentes en LMB ese fue su pecado siendo víctimas de la mano dura de la liga. 

También se sufría el trato déspota de los presidentes u otros directivos de los equipos hacia los beisbolistas al firmar su contrato, como un incidente que pasó en el Puerto de Veracruz, con los jugadores del Águila, donde el famoso estrella del béisbol de Grandes Ligas “Beto” Ávila, era el presidente del equipo y a la vez Presidente Municipal, citó a los jugadores a firmar contrato, a uno sin verlo a la cara le aventó la hoja y le dice: “fírmele ahí si le interesa el precio que le estoy poniendo a su contrato, fírmelo y si no deje su pluma ahí encima y de la vuelta y váyase, al cabo que con usted o sin usted esto va a continuar”. “Además usted no puede pedir mucho, creo que le estoy dando de más, a lo mejor ni nos puede ayudar”, era una de las formas de intimidar a los jugadores para que aceptarán sus condiciones a modo. 

Recordemos el fatal accidente del autobús de los Mayos de Navojoa, ocurrido el 29 de octubre de 1971, donde el pelotero Francisco “Cisco” Campos de Cananea, Sonora, a causa de fuertes lesiones que recibió en su cuerpo, se le tuvo que amputar la pierna derecha y nadie le ayudó, truncando su brillante carrera. 

Alejo Ahumada Cota abandonó sus estudios por ingresar al medio beisbolístico en Guasave, Sinaloa. Su camino es el que han seguido centenares de jóvenes en el noroeste del país, donde la llama del deporte suele prender básicamente en los campos llaneros del béisbol. Tuvo una fractura de brazo jugando para el equipo de Tomateros de Culiacán aproximadamente en 1972; de inmediato lo dieron de baja, no le dieron servicio médico, ni siquiera le examinaron el brazo y codo derechos fracturados. Se atendió de manera particular, le hicieron una excelente curación y con voluntad se recuperó. 

Alejandro Alvarado Sandoval de Tuxpan, Nayarit perteneciente a los Alijadores de Tampico, recibió un pelotazo en un ojo que lo dejó ciego, lejos de recibir apoyo de la liga, fue dado de baja, ya no puede seguir jugando y ahí está. 

Enrique Vallejo Vertling en 1979, siendo presidente de la Liga Petrolera de Béisbol, trato de motivar a los jugadores más importantes entre ellos, al considerado en esa época como uno de los peloteros mexicanos más importantes del béisbol, Manuel “Estrellita”’ Ponce Silva de Mexicali, Baja California, para que formaran un sindicato de peloteros de béisbol. En un principio hubo aceptación, pero de pronto se vinieron abajo por alguna razón los acuerdos tomados por los propios jugadores, entre ellos hubo “esquiroles” plenamente identificados. 

Ramón “Abulón” Hernández narra que Valenzuela estaba desesperado por irse con el equipo de Tom Lasorda, pero no le daban lo que le correspondía Hugo Ríos nacido en la Ciudad de México, ex pitcher, coach y buscador de Los Ángeles de Puebla, hizo el trabajo sucio de la directiva del equipo, le ofreció 10 mil pesos Finalmente, le entregó 30 mil dólares, pero eso cuando Tony de Marco, representante de Fernando, reclamó y amenazó con armar un escándalo si no le daban a su cliente lo que por ley le correspondía, el equipo pagó otros 10 mil dólares. La Anabe fue creada para evitar situaciones como éstas. 

Después de casi dos meses de conflicto entre dueños de equipos y jugadores, la bomba estalló ese 1 de julio de 1980 fecha histórica para el movimiento sindical mexicano; cuando beisbolistas encabezados por Ramón “Abulón” Hernández por Diablos y los de Tigres, en solidaridad con el despido de Vicente Peralta, quienes se negaron a jugar pese a las suplicas de los respectivos managers y dueños. 

En la hora mágica hubo rebelión, esa tensión que siempre acompaña los movimientos sociales donde los trabajadores deciden quitarse el yugo, aquí simplemente los peloteros iniciaron la larga marcha por el reconocimiento a sus derechos. 

Los esfuerzos de Ramón Hernández y su valiente tropa, fueron en apego a la Ley Federal del Trabajo, provocando un cortocircuito en la atmósfera deportiva de la época. La reacción de los propietarios de los equipos de la liga fue inmediata, los separaron del núcleo profesional. Bueno, por decir dueños, estos son pocos, prestanombres había muchos. 

Quizá porque muchos de los dirigentes pensaban “no saben hacer otra cosa, si no juegan béisbol se morirán de hambre” o como en algún momento citó el de San Blas, Sinaloa Gonzalo Villalobos Félix, “nosotros lo que queríamos era jugar” o por cualquier otra causa, pero lo cierto es que las Condiciones Generales de Trabajo no eran precisamente envidiables, por lo que la ANABE buscaría mejorar las mismas. 

Ramón “Abulón” Hernández líder del movimiento sintetiza en tres puntos las peticiones: Primero reinstalar a Vicente Peralta como jugador; segundo aceptación por parte de la Liga de la Asociación de peloteros, y tres, finalizado el conflicto que no haya represalias contra ningún asociado. Ante el ofrecimiento de la CTM el “Abulón” Hernández dijo que no había tenido contacto con la central pero que en esos momentos no desecharían la ayuda de nadie, fue fundamental el apoyo del Congreso del trabajo a la causa anabista. 

El 10 de julio de 1980 Ramón “Abulón” Hernández acusaba la existencia de un sistema en el que los jugadores eran (y siguen) sometidos a condiciones de franca esclavitud y reciben tratamiento similar al que podría darse a un saco de papas, es la mejor forma en la que se puede definir la relación entre los clubes y los jugadores. Exigía que se cumpliera la ley, trato humanitario y digno como mexicanos a los aproximadamente 300 peloteros que participaban en el movimiento por el respeto a sus derechos; por ejemplo, si alguien se lesionaba y tardaba más de 15 días en recuperarse el club lo declaraba agente libre, dándolo de baja, que no era otra cosa que deshacerse de él por considerarlo inservible y así evadían su responsabilidad. Los salarios iban desde 10 mil a 40 mil pesos, de acuerdo a la categoría del jugador según los empresarios, era aparentemente aceptable pero hay que considerar que solo les pagaban 5 meses, los otros siete el jugador tiene que buscar otras ligas u otros medios para procurarse el sustento, incluso la pretemporada que consiste en entrenamiento y juegos de exhibición tampoco se les pagaba; en el contrato que se firmaba del que nunca les daban copia, es por tiempo indeterminado por lo que el club puede rescindir de ellos cuándo quiera, les pueden echar en dos días o mantenerlos atados por el tiempo que ellos determinen. 

El 14 de julio de 1980 los anabistas tuvieron una entrevista con el Presidente de la República José López Portillo. La noche anterior a la cita estuvieron preparándose. El discurso central lo leyó Ramón “Abulón” Hernández. El entrenamiento fue exhaustivo y nocturno. En voz alta ensayaba la lectura del discurso y los asesores Mariano Albor y Javier Muñoz, junto a otros peloteros, lo corregían y le daban indicaciones para la modulación de la voz. El Abulón prefería jugar la segunda con el parque lleno del Seguro Social que leer un documento, sudaba, la voz no le daba el tono que requería. Estaba desvelado en este juego y las entradas extras lo ponían nervioso. No leía la acostumbrada novela de vaqueros o la policíaca. El compromiso con los peloteros y el momento que vivían lo obligaba a echar el extra y a buscar la vida. 

Los peloteros nunca se habían entrevistado con el “Señor Presidente”. Estaban nerviosos, cualquiera hubiera pifiado. A la casa presidencial debían ir bien vestidos, pero con la vestimenta común y no tuvieron que recurrir a la renta del frac. 

Desde entonces, Hernández, se convirtió en el líder y símbolo del movimiento, fue quien habló ante el Presidente: “durante muchos años, los beisbolistas hemos sido objeto de un proceso de marginación que nos ha apartado del marco legal que regula, no solamente las relaciones de trabajo, sino de todo el orden jurídico”. 

Los peloteros no eran los ignorantes y prófugos del arado que decía Alejo Peralta y sorprendieron a José López Portillo, en la biblioteca de Los Pinos, a Pedro Ojeda Paullada en la Secretaría del Trabajo y a otros políticos de la época, corrompidos por el poder empresarial. 

La lucha de los peloteros se orientaba a lograr mejores condiciones sociales y económicas, proyectando una protección al momento de su retiro del béisbol activo, entre otras demandas. 

Ciertamente, es una lástima que cuando las facultades se acaban el pelotero generalmente vuelve a sus orígenes y éstos en su mayoría son de personas del campo que sólo pueden desarrollar labores inherentes a él, o bien, salieron de colonias proletarias donde hacían trabajos de obreros. 

Continuó con su vibrante denuncia el “Abulón: “Sabemos que vivimos la crisis más grave de la historia del deporte, crisis que afecta también a miles de mexicanos que obtienen su sustento realizando trabajos relacionados directa o indirectamente con nuestro trabajo profesional”. 

Denunció que: “Durante muchos años, los beisbolistas hemos sido objeto de un proceso de marginación que nos ha apartado del marco legal que regula, no solamente las relaciones de trabajo, sino de todo el orden jurídico”. 

Calificó al sistema beisbolístico como un negocio “que enlaza la fuerza económica de la empresa mercantil con la debilidad individual y colectiva, que tiene su origen en nuestra modestísima extracción social”. 

Justificó la existencia de la Anabe como un “paso que ha dado este grupo de mexicanos al unificarse ante el grave peligro de que continué la expoliación por el sojuzgamiento en nuestros trabajos”. 

Como ejemplos que ilustran la difícil situación laboral de los deportistas profesionales explico: “Hasta hace algunas semanas tuvimos acceso al régimen del Seguro Social. Durante muchos años, las empresas irresponsablemente impidieron que nosotros y nuestras familias disfrutáramos de la protección social que corresponde a cualquier trabajador. 

“Desde siempre las empresas han conducido a su libre arbitrio y apartadas de la ley, la relación de trabajo. El contrato individual que se nos impone constituye el instrumento por el cual se nos ha llevado a una falsa creencia de la realidad. Como se le ha estructurado con base al principio de la autonomía de la voluntad de las partes, sus efectos han logrado dejarnos a merced de la empresa. Este documento, no lo conocíamos totalmente, ya que nunca se nos entregó copia de lo firmado por nosotros”. 

“Respecto de la remuneración de nuestro trabajo, hay quienes afirman que el nivel de nuestros ingresos nos coloca a todos en situaciones de privilegio. Nada más alejado de la realidad, solamente un pequeño grupo de compañeros percibe salarios que superan a los de la mayoría, y en todo caso, su monto corresponde al interés que su trabajo despierta en beneficio de los mismos patrones. En contra de la legislación laboral, se nos obliga a trabajar gratis durante un mes en la llamada pretemporada, de esta manera trabajamos seis meses y se nos pagan cinco. La Liga Mexicana y la denominada Liga Mexicana de la Costa del Pacífico, operan en condiciones idénticas; salvo que con esta última la temporada es de tres meses. De lo expuesto resulta que trabajamos diez meses y se nos pagan ocho. 

“Las competencias que se llevan a cabo a lo largo y ancho del territorio nacional, se programan en condiciones de calendario, transportación y distancia, de tal suerte que producen excesiva fatiga e impiden el desarrollo intelectual, limitando aún más nuestras posibilidades de romper el cerco que nos condena a ser una carga social. 

“Al concluir nuestra carrera deportiva no percibimos prestación alguna que tenga su origen por los años transcurridos en el ejercicio de nuestra actividad”. 

“Al final, en la inmensa mayoría de los casos, nos esperan el olvido y la miseria. La conclusión de nuestras carreras deportivas se ocasiona por la merma natural de facultades, la presencia de lesiones, o bien, por la imposición de sanciones, que dictan las empresas. Esto último es resultado de un sistema punitivo desorbitado que, contrariando la ley, nos coloca, en la indefensión social”. 

“Las modalidades que la ley establece al trabajo de los deportistas son evadidas cotidianamente, en este caso es relevante la forma como se operan las transferencias nacionales e internacionales. En la mayor parte de los casos se realizan sin consentimiento del jugador y sin que perciba la prestación legalmente establecida”. 

“El agobio al que nos sujetan infatigablemente las empresas nos impulsó a reunirnos y sobre un sentimiento de solidaridad al amparo de las leyes civiles, constituimos la ANABE”. 

“Ante este acontecimiento la ilegalidad se acentuó en definida política de hostigamiento y represión en contra de los jugadores asociados, con la firme determinación de desarticular la unión y extinguir, sin más, el derecho elemental de asociación. Es ésta la causa determinante que originó la suspensión de labores. 

“Surgido el conflicto, a la reflexión siguió la decisión de superarlo en la razón del diálogo y en la garantía la ley. La negativa a nuestra gestión es del conocimiento público”. 

Y, así, el vocero de la ANABE estableció como se dio la negativa patronal a aceptar que los beisbolistas se asesoren de abogados, como también una parte de la prensa deportiva. “Desde la creación de nuestra asociación nos han difamado sin cesar, con propósitos para nosotros desconocidos. Mientras que ese sector de la prensa obtiene pingües utilidades realizando eventos en los que participamos gratuitamente. Irónicamente, uno solo de estos eventos produce beneficios económicos que supera el ingreso anual de muchos de nosotros juntos”. 

Y concluyó afirmando: “la situación actual ha puesto en evidencia, que la ineficacia del sistema que opera mercantilmente el béisbol profesional es causa de situaciones reales de injusticia, que para nosotros es urgente superar”. 

“Para ser consecuentes con las actitudes asumidas, somos factores dinámicos de la solución. Es nuestra responsabilidad adecuar la vida del beisbolista al ritmo del desarrollo integral del país”. 

“Durante la suspensión de labores, hemos confirmado que nuestra capacidad de organización y esfuerzo nos ha permitido subsistir acogidos por la simpatía popular”. 

Solicitó al presidente que tuviera en cuenta que “la reforma deportiva es urgente, pues la infraestructura del béisbol mexicano pertenece al Estado. Y la empresa económica de entretenimiento tiene el deber de responder a los estímulos económicos que recibe con mejor organización en beneficio de todos”. 

Solicitó del presidente que “la ya próxima temporada de invierno que organiza la Liga Mexicana de la Costa del Pacifico, se realice con la participación de los peloteros profesionales miembros de la Asociación Nacional de Beisbolistas, y que estas relaciones de trabajo estén normadas por las disposiciones de las leyes vigentes”. 

El 17 de agosto de 1980 Ramón “Abulón” Hernández, líder del movimiento huelguista de los peloteros dijo que están dispuestos a negociar con la Asociación de Ligas Profesionales de Béisbol siempre y cuando se reconozca a la Anabe, estamos de acuerdo en las propuestas de solución, pero la Anabe no va a transigir, por derecho debe ser la negociadora y se debe firmar un convenio dentro del marco de la ley. 

El 4 de septiembre de 1980 Ramón “Abulón” Hernández denunció la campaña de desprestigio con rumores y críticas hechas por los enemigos de la Anabe, por ejemplo, que en los contratos se exige gratificación navideña, pago por cada entrevistas, que hay deserción en la Anabe, que por su culpa los patrones han perdido entre 10 y 12 millones, dejaron de ganar por su voluntad, nosotros solo pedíamos la reinstalación de Vicente Peralta y reconocimiento oficial de la Anabe, ellos dijeron no y echaron a rodar la pelota, si perdieron millones es exclusivamente su culpa. Entre otras barbaridades, o sea el enemigo no llegó a la conciliación, sino que sigue la guerra, de seguir así Hernández ve factible la formación de una nueva liga. Tenemos ofrecimientos y hay más de 300 peloteros disponibles que tienen completa libertad de jugar en cualquier parte. 

La Liga Mexicana, falsamente aclamó tener contratados a grandes jugadores mexicanos y extranjeros en un intento de espantar a los jugadores de la Anabe para que firmaran. 

A otro de los jugadores claves de la Anabe como era su Presidente Ramón “Abulón” Hernández le fueron ofrecidas grandes sumas de dinero para abandonar el grupo y firmar con algún equipo. 

Finalmente, algunos de los Managers de la Liga Mexicana simpatizantes de la Anabe fueron despedidos. 

El presidente de la Anabe Ramón “Abulón” Hernández, había reflexionado sobre la marginación del beisbolista en la sociedad. Se veía al pelotero como una máquina que servía a los empresarios para hacer negocio. Sin embargo, los jugadores profesionales son personas y como tales tienen la condición humana y a su vez están inscritos en un deporte que se basa en relaciones de producción capitalista; es decir, son trabajadores que cumplen una función específica: brindan un espectáculo al público para que este recupere su fuerza necesaria para el trabajo. En síntesis, el deporte aparece como un medio privilegiado de recuperación, de distracción y de cultura; y parte de ellos es el béisbol deporte-espectáculo. 

Dentro de las relaciones sociales de producción en el béisbol, existen peloteros que son considerados caballos -pelotero bueno que siempre está en la pelea y es pilar del club-, pero también hay otros que son las estrellas o las prima donnas. La Anabe, en este sentido se fijó un objetivo para cambiar el sentido del estrella y para esto fijo su posición política en lo que ellos llamaron la Declaración de Febrero que dice: 

“Durante estos meses, hemos fortalecido vigorosamente nuestro esfuerzo disciplinado y constante de una intensa lucha gremial impulsada, viva y solidariamente por el pueblo, de cuya entraña surgimos. 

“Entendimos y afrontamos con integridad el drama de nuestro momento. Por eso sabemos que en la jornada hacia el futuro el sacrificio actual es una etapa necesaria que nos ha impuesto deberes que hemos atendido responsablemente. Hemos buscado conciliar sin transigir para reanudar nuestro trabajo con el sistema empresarial mexicano. 

“La intransigencia de los empresarios y su intencionada ceguera que los ha inducido a usar sus armas para restringir nuestros derechos negando que el trabajo exige respeto para la dignidad de quien lo presta y negando con esto una existencia decorosa de los trabajadores en una vida de privaciones. 

“Por eso antes de seguir siendo víctimas y poner en riesgo nuestra sobrevivencia, entregamos a la clase trabajadora y al Congreso del Trabajo el proyecto que hemos formulado para que se organice y estructure, en los márgenes del Derecho y de la responsabilidad social, la Liga Nacional de Béisbol Profesional”. 

En 1981 en Hermosillo, Sonora, los equipos integrantes de la Liga mexicana del Pacífico hicieron la primera entrega al procurador Auxiliar en la Defensa del trabajo, del dinero correspondiente al fondo de retiro de los peloteros que jugaron esa temporada invernal. Ramón “Abulón” Hernández comentó que con ese dinero se integrará un fideicomiso, pero que aún falta les paguen la participación de utilidades y algunas retenciones de salarios. Al retener el salario indebidamente cometieron una represión contra todos los peloteros. 

Los poco flexibles dueños y directivos de aquel entonces, satanizaron el movimiento, vetaron (en muchos casos de por vida) a los peloteros que formaron parte de dicha Asociación

Como casi todo en la historia de nuestro querido México, hubo traiciones, en este caso, al movimiento de los jugadores. Se habla de nombres de grandes jonroneros y más, pero al final la versión oficial nunca ha querido ponerse en entredicho… ya saben, la comodidad de buena parte del gremio “periodístico” que recibía su embute. 

En 1982, dos años después de su independencia de la Liga Mexicana, y luego de superar el camino incierto, la Asociación Nacional de Beisbolistas Profesionales (Anabe) arranca su tercera campaña en un momento al que Hernández califica como “el año de consolidación del circuito”, porque lograron los objetivos básicos: estabilidad económica y deportiva. 

La Anabe que había movido su equipo Los Metropolitanos, de la Ciudad de México a Chihuahua en 1983,  Hernández fue criticado por los integrantes de la sociedad, porque él estaba en una posición inadecuada para desempeñar los dos puestos. La Anabe entonces creó una administración de tiempo completo para él, pero él tardó en llegar a México, porque el equipo de Chihuahua le pagó tres veces más su salario de lo que la Anabe le ofreció. 

Hernández también fue acusado de dar demasiadas facilidades a los propietarios de los equipos de la Nacional en sus demandas y aun cortando los tratos que tenían los anabistas. Luis Meré jugador de la Anabe, representante-Tesorero y jugador-manager del Aztecas era uno de los que más criticaron a Hernández, Meré también tuvo ataques de la oposición que tenía por estar ausente de la ciudad de México y dedicarle mucho tiempo a su equipo, que viajaba de ciudad en ciudad siempre de equipo visitante. 

En julio, la Anabe destituyó a Meré por el uso no autorizado de un millón de pesos, del fondo del Sindicato de pensiones por ayudar al equipo Aztecas. 

La huelga era necesaria, pues los dirigentes de la Liga Mexicana trataban al beisbolista con la punta del zapato. Al igual que en las ligas mayores eran unos inhumanos. Les interesaba que el pelotero rindiera lo máximo, aunque esté en las peores condiciones. 

Por esto la huelga es un riesgo necesario y unido con los muchachos nos jugamos el futuro, el nuestro y el de las familias; pero es un riesgo que había que correr. 

La cuarta temporada de la Liga Nacional, arroja resultados negativos. De ellos es la violación al convenio colectivo de trabajo y el incumplimiento con las prestaciones que impone la Ley Federal del Trabajo por parte de los directivos y presidencia de la Liga. Ante este hecho, la Asociación Nacional de Beisbolistas (Anabe) ha sido incapaz de hacer valer sus derechos y acuerdos de asamblea. 

La crisis interna de la Nacional y ANABE, ocasionó un enfrentamiento entre los jugadores del Aztecas -club integrado por peloteros que salieron de Veracruz y dirigidos por Luis Meré, y que tendrían como sede el Distrito Federal- y el presidente de la Liga Mario Narváez, y fricciones entre el representante de la asociación Ramón “Abulón” Hernández y el manager Meré. 

Los directivos violaron el convenio firmado en la temporada de 1982, al no pedirle el consentimiento a los jugadores para transferirlos, por retenerles las cuotas del fondo de retiro, por contratar peloteros extranjeros que ocupan puestos de los asociados, despidos injustificados de peloteros acusados de “grillos”, además algunos clubes no cubren la cuota del Seguro Social e inclusive no los inscriben como derechohabientes. 

El parteaguas en la existencia de la ANABE, fue la asamblea efectuada el dos de mayo en el auditorio Ricardo Flores Magón, asistieron más de 150 peloteros. En ella decidieron apoyar a los Aztecas y que debería permanecer en el Distrito Federal, y que rescataría el juego de estrellas para beneficio de la asociación y no de los patrones. 

Sobre la permanencia del Aztecas en el Distrito Federal, en la asamblea se comentó que el equipo debería servir de respaldo a la asociación y que se quedará a cargo de todos los peloteros. Días más tarde los directivos de la Nacional -26 de mayo se reunieron en la ciudad de Chihuahua. Asistieron los representantes de los Pericos de Puebla, Eduardo Ochoa; por Cajeteros de Celaya, Javier Martín Pantoja; el directivo de los Centauros de Chihuahua; Ricardo Baptista representando a los Aztecas y Ramón “Abulón” Hernández. La liga la componen 10 equipos y a la reunión no asistió el 50 por ciento de sus miembros. 

Hubiera sido benéfico el Sindicato y Seguridad Social para el béisbol de México, la herida los dejó moribundos, fue muy profunda para los jugadores de hace 39 años y todavía no cicatriza. 

Ramón “Abulón” Hernández guío a los peloteros a obtener la dignidad total, se enfrentaron con esos dictadores y su séquito de incondicionales. Gracias a esos peloteros que arriesgaron todo y se les terminó la carrera el béisbol mexicano, mejor dicho, les terminaron su trayectoria. Y aún quedan algunos dinosaurios en la Liga Mexicana y mientras estén ahí, olvídense, los dueños de los equipos y ligas hacen y deshacen. 

Ramón “Abulón” Hernández y muchos de los peloteros, en el tiempo de la lucha de la Anabe recibió los peores insultos, desprecios, amenazas. Fue un movimiento de lucha de lo más trascendente, batallaron por el propósito de que los beisbolistas mexicanos recibieran un trato social y salarios dignos, fueron pioneros en la lucha por los derechos humanos. 

Ramón Hernández, al que se le auguraba un futuro de lo más luminoso en las Grandes Ligas, fue signo de los movimientos de lucha que se gestaron en las décadas comprendidas entre los 50 y los 80. Los esfuerzos de Ramón Hernández, segunda base de Los Diablos Rojos del México, una de las grandes figuras de todos los tiempos, en apego a la Ley Federal del Trabajo provocaron un cortocircuito en la atmósfera deportiva de la época. La reacción de los propietarios de los equipos de la liga fue inmediata, lo separaron del núcleo profesional y él formó la Anabe, Asociación Nacional de Beisbolistas, en la primavera de 1980. 

El que cortó su carrera fue el “Abulón” Hernández, a quien bloquearon de por vida, por la ANABE, 

Y así, muchos grandes peloteros vieron cortada su trayectoria en la Liga Mexicana de Béisbol al crearse un circuito anabista, siendo muy contados aquellos que fueron perdonados para que volvieran a la acción. Muchos se refugiaron en ligas semiprofesionales o de plano amateur después que la ANABE tronó, para vivir de sus recuerdos. 

Fue tal la persecución sobre el “Abulón” por los directivos de la Liga Mexicana, como ejemplo, en revancha a sus esfuerzos para revivir la Anabe; la Mexicana hizo los trámites para que su presidente Ramón “Abulón” Hernández fuera despedido de su posición como manager jugador del equipo Chinameca de Veracruz, de la Liga Regional del Sureste. 

¿Por qué algunos jugadores si los dejaron regresar y al “Abulón” Hernández lo congelaron de por vida? Fue efectivamente el “Abulón” Hernández que terminó sin mayores logros al fundar una liga que denominó como Liga Nacional impulsada por la Anabe, sin éxito para lo que pueden ser derechos laborales a fin de cuentas. Esta historia no tuvo el final esperado: los anabistas crearon una liga que se murió, en gran parte, por las manos “amigas” que prometieron ayuda y que terminaron por servirse de la liga para sus intereses propios. 

“Los anabistas no pudimos volver a la Liga Mexicana, ni vamos a entrar al Salón de la Fama, los traidores y los esquiroles no nos pueden ver a los ojos, los peloteros anabistas perdimos menos que nadie, perdimos dinero, pero no la dignidad” Palabras del “Abulón” Hernández. 

La experiencia de la ANABE también trajo una aguda focalización hacia el cambio de la política del trabajo del Gobierno Mexicano durante los 80’s. El aspecto más sobresaliente de ésta fue una nueva política la cual reflejó la implementación de un modelo de mercado económico libre, suplicando una reevaluación de la continua relación y viabilidad del tradicional Pri-Gobierno-Trabajador. 

El movimiento de jugadores profesionales de béisbol la Anabe y sus esfuerzos para organizarse; se volvieron la primera y mayor víctima de las reformas de un mercado libre. El trato del gobierno a los atletas reveló la emergencia de una diferente política hacia el trabajador. 

El Abulón pensaba que en México como en USA, podría haber dos Ligas como la Mexicana y la Nacional y que podría haber campeonatos entre las dos, como el de las Ligas Mayores entre la Liga Americana y la Nacional; pero hubo personas que no tuvieron esa visión, que pudo haber hecho más espectacular el béisbol de México y mayor competencia entre ellas, ¡ni modo! 

El Abulón fué un buen pelotero, sino analicen estos números: 

5 temporadas bateó arriba de los .300 (su mejor temporada fue en 1972, con promedio de bateo de .342 y 177 hits). 

Uno de los mejores bateadores en promedio de bateo (.293) en la historia de la LMB con más de 6,000 turnos al bat. 

Bateador selectivo (promedio de 5 strikeouts por cada 100 veces al bat y en 1980, en 88 juegos, sólo recibió 7 ponches). 

4 campeonatos con la franela escarlata (1968, 1973, 1974 y 1976). 

Buen bateador de contacto bateador en cualquier posición del orden al bat (siempre efectivo como 1er., 2do., 3er., 5to., 6to. y 9no. bat). 

Sobresaliente jugador a la defensiva al ser designado el mejor short stop en 1968 y el mejor segunda base en 1972 (caso excepcional). 

“La ingratitud ha sido uno de los pasatiempos de la LMB. Creo que ya es tiempo de perdonar a figuras como Ramón “Abulón” Hernández. Nunca han entendido que su causa era justa, nada más que fueron mal asesorados cuando se produjo la huelga de 1980. Sin embargo, lo tienen proscrito de por vida, sin reconocer que su trayectoria lo identificó totalmente con los Diablos…”. Dijo en mayo de 2015 Enrique Kerlegand que fue uno de los detractores de la Anabe en los años 80’s. 

Durante un cuarto de siglo, el legendario segunda base no tuvo el menor contacto con el club escarlata, pero el 11 de julio de 2005, la historia pareció dar un vuelco, al formar parte de los invitados especiales al cumpleaños rojo. El propietario escarlata, Alfredo Harp Helú, aseguró que Hernández tiene las puertas abiertas para ingresar al recién creado Salón de la Fama de los Diablos. 

El “Abulón”, que nunca vistió otra franela en la Liga Mexicana que no fuera escarlata, aclaró que pese a este acercamiento sus ideales se mantienen incólumes, intactos. Debido a esto, de ninguna manera piensa disculparse por aquel movimiento que incluso provocó que la temporada 1980 se jugara con sólo seis de los 20 equipos que había. 

En 2012, el club de béisbol Diablos Rojos de México anunció la creación de un fideicomiso por el que otorgará apoyos mensuales a ex peloteros del equipo que ya se retiraron y hayan jugado al menos 10 temporadas. Con ello, Ramón “El Abulón” Hernández, recibe un apoyo mensual de 10 mil pesos. Primera vez que un equipo de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) otorga una prestación de este tipo a los jugadores en retiro, toda vez que los peloteros no cuentan con seguridad social ni con las prestaciones que marca la Ley Federal del Trabajo (LFT). 

Por iniciativa de Ramón Hernández en 2018 se formó la Fundación “René Chávez”, con el objetivo de crear un padrón y saber con cuántos compañeros se cuenta, la idea es que se admitan en el grupo ex beisbolistas, beisbolistas activos y simpatizantes. Fijar una cuota económica accesible para crear un fondo de ahorro pro ayuda de miembros que requieran de la propia fundación. 

Padre de dos varones y una mujer procreados al lado de su esposa Martha Margarita Pacheco Contreras hace 49 años, actualmente, el ex jugador de los Pingos que habita en céntrica colonia de la capital del país, colabora como asistente de mánager en un equipo de la Secretaría de Marina que juega los fines de semana en la Liga de Tranviarios. “El beisbol me ha dado todo en la vida, familia, amigos y casi hermanos como Aurelio López y me enseñó entre otras muchas cosas que la vida da opción de trascender, servir y ayudar a los demás, como decía mi padre, haz el bien sin mirar a quién”. 

Este es a grandes rasgos Ramón “Abulón” Hernández, una leyenda en la historia del béisbol mexicano, ya que además de su finura en los diamantes como segunda base, encabezó la ANABE, movimiento que buscaba mejores condiciones para los peloteros nacionales. 

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