Crónica de un Diablo de corazón

Por Edmond de Estrella

Era 1976, llegar al Parque del Seguro Social era entrar a un lugar que aún sin conocer, era tan familiar, como visitar a un tío de otra ciudad y saber que algo divertid iba a ocurrir, luego, al paso del tiempo, se convirtió en el Gran Amigo de la Infancia y Adolescencia, guardando siempre esos momentos inolvidables.

No me gustaba llegar por Vertiz y Viaducto, ya que ahí tocaron 2 derrotas ese año, así que prefería siempre que nos bajáramos del Delfín (que entonces no podía llevar personas de pie, que caray era el México del progreso que había prometido Echeverría) en Cuauhtémoc y Av. Central o Baja California, vaya lo que hoy es el Eje Tres Sur y de ahí caminar, casi corriendo porque iba al ritmo de mi papá, con la chamarra café y el impermeable azul, pa’ la lluvia, que aquel año no daba tregua.

Muchas historias se fueron tejiendo en el día a día con el México: aquella derrota de Enrique Romo vs Angeles de Puebla, dolorosa, pero posteriormente se cobró amplia revancha en playoffs, incluyendo aquel juego sabatino lleno de lluvia y luego el desafío dominical en el Serdán.

Los 1,000 hits de Miguel Suárez y como se dejó la barba hasta no cumplir la meta; la llegada de Hudson y Shanahan, que si bien perdieron los 2 primeros juegos, después fueron un trio espectacular en la loma junto a Enrique Romo, el pitcher de aquel año… de todos los años.

En esa temporada se fue también el Diablo Montoya, no pudimos estar en su juego de despedida por ir a misa (vaya cosa) pero su esencia permanecería. En particular el 76 fue lleno de esa entrega que siempre tuvo Ramón, la que no le permitía rendirse y así fueron aquellos Diablos Rojos, nunca se daban por vencidos.

Muchas historias más en aquel año, ganarle al trabuco que eran los Cafeteros de Córdoba, con Vicente Romo, José Peña, Ramón Arano, Juan Pizarro y Pablo Gutiérrez Delfín en la loma, Rafael Batista, Luis Alcaraz (¿Cómo era Eduardo Ramos Berruecos Antony Perez “Alcaraz… me saludas a no sé quien y te vas?).

Por ahí existe también la anécdota de un alfiler, chiste local le dicen hoy, pero que sin saberlo marcó lo que iba a ser para aquel chamaco el beis: el lugar preferido, el sitio en el que quiere estar y para ello está dispuesto a mover cielo, mar y tierra, aún cuando como hoy a 46 años haya que ofrecer una disculpa por las desatenciones que tuvo.

La final vs Laguna fue de enseñanzas y de aprehender para simpre el color rojo… aquel domingo 29 de agosto con Pollorena blanqueando y los aficionados del otro equipo capitalino que lo llevaron a hombros para festejar su hazaña, uf, vaya que dolió y preocupó, pero hasta ahí les llegó la alegría, al otro día Romo blanqueó 10-0 y después el juego 5o con aquel milagro de la 9a entrada, el error de Manuel Lázaro y por supuesto los chiclets adams (que tenían que ser rojos) para la brujería que en algo tenía que ayudar.

Así llegamos al 3 de septiembre, un viernes por la noche y sin llevar el score para no salar el juego. Aquella puntada del Cananea “Pitcher probable para mañana: NINGUNO, Shanahan en la loma, la ofensiva cayéndole al pitcheo algodonero (si mal no recuerdo fue al mismo Pollorena) y aunque hubo un cierre medio complicado, Enrique Romo vino a bajar la cortina, salvar el juego y rubricar su gran año en LMB, para irse de ahí a Grandes Ligas.

Al caer aquel out, más que el festejo de un título, vino la confirmación de una decisión tomada en un doble juego vs los Tigres. Valía la pena ser aficionado del México, porque era un equipo luchador, que no se rendía jamás y también, porque no decirlo, el más ganador de la Liga, un blasón que después de 4 décadas sigue vigente.

La conmemoración de este título sirve para recordar a los grandes héroes:

Baudel, Abulón, Jimbo Clark, Patricio (Pat Bourque), Ted Ford (Mr. Ltd), Cachorro Vega, Miguel Suárez, Carlos Navarrete, Mi ídolo Antonio Villaescusa, Rafel Barrón, Trinidad Aguirre… Cananea, Mauro Ruíz, Abuelo Mora, Aurelio López, Zurdo Ortiz, Pollo Rodríguez, todos ellos forjadores de una historia de triunfo para los Diablos Rojos y de grandes recuerdos para todos los que los vimos jugar, luchar y triunfar en el diamante.