Por El Rey
El pasado mes de noviembre vimos coronarse en la Serie Mundial de las Ligas Mayores a los Astros de Houston, que vencieron a los Filis de Filadelfia. Ese triunfo nos lleva a analizar el tipo de manager y de coaches que dirigen este tipo de equipos, e incluso a la gerencia deportiva.
Veamos particularmente el muy interesante caso de los campeones Astros y su manager Dusty Baker.
Por su edad -73 años-, Dusty, (cuyo verdadero nombre, Johnnie, es prácticamente desconocido) pudiera considerarse “old school”, o de la vieja escuela, por su modo de manejar y llevar el clubhouse, pero no es así; es un ejemplo de la mejor mezcla de ambas corrientes.
CONTEXTO
Los managers del pasado – digamos, de antes del 2000- solían ser dictatoriales en su trato con los peloteros y se caracterizaban a la vez por ser muy independientes de la gerencia de sus equipos. El estilo de juego, los movimientos, el manejo de las situaciones, eran de él y de nadie más. Ése era su terreno, su zona donde nadie se podía inmiscuir. Así se había acostumbrado durante décadas: en el manager topaba todo el accionar del equipo, todo el manejo humano del clubhouse. Las gerencias deportivas se ajustaban a los deseos del manager en la conformación del roster y en las salidas e ingresos de los peloteros “que ya no se necesitan” y aquellos “que son ahora necesarios”.
Los primeros cambios se dieron en la manera de tratar a los jugadores. El estilo dictatorial y sin participación y convencimiento de los elementos de las empresas
se tornó algo probadamente negativo. Se requería un liderazgo participativo de los integrantes de toda organización. Ese estilo permeó en el beisbol y los managers comenzaron a ser líderes que entendían que en la medida en que contaran con el entusiasmo genuino de sus jugadores, a mediano plazo iban a triunfar. La comunicación del manager con sus jugadores tomó un rol primordial.
Los equipos plagados de superestrellas que suelen jugar según sus condiciones, pueden hacer prevalecer su talento por corto tiempo, incluso ganar un campeonato. Pero a la larga no funcionan. El equipo debe tener sentido de grupo y de colaboración y participación de todos. Para eso está el manager moderno.
Con la llegada de la sabermetría llego otro nuevo elemento, una nueva e importante variable en la ecuación. Los nuevos managers debían sumar ese elemento en sus decisiones.
SABERMETRÍA
En los primeros años de este siglo, y particularmente después de la película “Moneyball”, el péndulo se inclinó al otro extremo. Las directivas de los equipos comenzaron a contratar managers que estaban a las órdenes de las gerencias deportivas y de los sabermétricos de los equipos. Los planes de cada juego se hacían en las oficinas y los manejadores se dedicaban a cumplirlos a cabalidad, so pena de que les llegará la guillotina. La creatividad personal estaba prohibida.
Todos recordamos casos de juegos de Brian Roberts, con Dodgers, y el manager de Tampa en la Serie Mundial en la que sacó a Blake Snell, donde la situación especial y particular del terreno de juego era ignorada en pos de seguir, inexorablemente, los planes de los genios de la sabermetría. El manager de la nueva escuela surgió y comenzó a ser el que muchos equipos deseaban tener. Aquel que seguía las reglas y ordenamientos que le marcaba la oficina.
EL EQUILIBRIO
Aquí llega el caso de Dusty Baker. Tomó hace dos años el cargo de timonel de los Astros, cuando nadie lo quería. La oficina de Houston es una de las que mejor maneja la sabermetría.
Dusty, se acopla a esa filosofía, pero no pierde su toque personal de atender y motivar a cada jugador. De manejar cada juego con base en su experiencia y en los datos que diariamente analizaba a profundidad con la oficina.
A sus 73 años, nos dio una lección. Combinar lo mejor de la vieja escuela con lo mejor de la nueva.
Usar la sabermetría, motivar a sus jugadores individualmente y aplicar toda su experiencia en el manejo de cada juego. Hay mucho que aprender de él.
