Don Guillermo Cosío Vidaurri, un gran hombre, destacado mexicano y excepcional jalisciense, se distinguió también por ser un apasionado e intenso promotor de nuestro rey de los deportes: el beisbol.
Al escribir hoy, a unas horas de su partida del mundo material, no puedo evitar recordar diversos momentos de mi convivencia con él como hijo, entre los que destacan cómo me inculcó el gusto y pasión por el béisbol. Fue él, quien a varios de los que integramos la familia Cosío Gaona nos acercó a la que para él era una de sus grandes aficiones el deporte rey. Además de la política vista como el arte de servir a la sociedad.
Llegan a mi mente los recuerdos de haber acudido de su mano a muchos cotejos tanto Amateurs y en las Ligas sindicales, así como a disfrutar encuentros y manifestar nuestro apoyo a sus queridos Charros de Jalisco en aquel legendario Parque Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, allá en la Colonia Olímpica al Oriente de la urbe tapatía.
También recuerdo cómo en compañía de mi hermano Guillermo nos llevó incluso a algunos viajes en que coincidíamos con que el equipo jalisciense enfrentaba algún competidor en diversas locaciones, en aquel entonces participando los albicelestes en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), nuestro circuito profesional beisbolero que se juega en primavera-verano.
Interminables charlas durante muchas etapas de la vida tanto en la niñez como en la temprana juventud y más aún en la madurez compartiendo episodios y pasajes de interesantes juegos tanto de nuestros queridos Charros, como incluso de la Gran Carpa.
Mi padre fue un intenso promotor del deporte como elemento fundamental para la salud de la sociedad y así nos gustará recordarlo.
Todavía pudo estar presente durante la nueva etapa de Charros de Jalisco ahora en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), el máximo circuito beisbolero profesional jugándose en otoño- invierno, por invitación expresa del Consejo de Administración de la organización blanquiazul acudió a gran cantidad de eventos desde la campaña del regreso de Charros en 2014 hasta la anterior, tocándole el gusto y el placer de haber visto coronarse a su querido equipo en enero pasado.
Ya antes habíamos disfrutado la coronación del equipo en el año 1971 y la inmediata anterior cuando el equipo fue campeón en el año 1967, donde también estuvimos juntos.
Él se ha ido físicamente, está ya en otro plano, pero estoy seguro que desde donde ahora se encuentra, en lo más alto, seguirá pensando en lo mejor para la sociedad y entre ello, en que el beisbol como todos los deportes sigan siendo un instrumento de armonía, de esparcimiento de cultura y de paz.
Un amante del beisbol ha partido, pero nos queda su legado que es el gran amor por el beisbol y por los Charros de Jalisco.