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Nostalgia

LA HISTORICA DISCUSIÓN DE JOE DIMAGGIO POR SU CONTRATO QUE DEGENERÓ EN LA HUELGA DE UN SOLO BIGLEAGUER

Por José E Tijerina

Hacia mucho frío aquella mañana en Nueva York, porque durante la noche había nevado hasta acumularse nueve pulgadas. Comenzaba la tercera semana de enero de 1938. Fue cuando el gerente general de los Yankees, Ed Barrow, recibió a Joe DiMaggio en sus oficinas de Yankee Stadium. El objetivo era firmar el contrato para la campaña de ese año.
Por supuesto, lo que cobraban esos peloteros estelares de entonces en toda una temporada era menos de lo que cualquier novato de hoy día reparte en propinas en un día.
DiMaggio, de 22 años, sólo había jugado con los Yankees en 1936 y 1937, pero bateó combinado en esas dos temporadas para .335, con 292 carreras impulsadas, 75 jonrones y 421 imparables. Y lo más importante, los Yankees ganaron dos Series Mundiales consecutivas con Joe convertido en la figura más grande frente a los Gigantes.
Desde luego que Joe DiMaggio, el californiano, llevaba millares de personas a Yankee Stadium. Si la mayoría de quienes llenaban tribunas y bleachers iban a celebrar las victorias seguidas de los Yankees, él era la mayor atracción individual para la venta de boletos.
Pero DiMaggio había recibido apenas 15 mil dólares por sus servicios de 1937. Por eso, y porque aún se desconocían los agentes, tuvo que armarse de un valor que no creía tener a tan temprana edad, para tratar de negociar con el imponente gerente Barrow. Después de los saludos, aparentemente amables, ya sentados frente a él, con el escritorio de por medio, el joven Joe miró fijamente a los ojos del gerente-general, y le dijo sin titubear:
“Quiero 45 mil dolares este año”.
“¡Cóóómo?!” reaccionó Barrow, se levantó de su asiento, dio unos pasos, se apoyó con una mano sobre el escritorio y agregó: “¡Eso no es sensato, no es correcto, no es justo, es una locura!”.
DiMaggio demostraba una calma que no llevaba por dentro. Parecía inmutable cuando respondió:
“¿Por qué, señor?…Si he demostrado que puedo cooperar al máximo en las victorias del equipo, y eso se traduce en centenares de miles de dólares en boletos vendidos.
“Mire jovencito”, Barrow volvió a caminar, pero en sentido contrario, hasta acomodarse en su silla tras el escritorio, “Eso de cómo y por qué se venden los boletos no es asunto suyo. Usted juega a la pelota, porque para eso se le paga y ya está. Además, considero que 15 mil dólares por temporada, ¡más de mil dólares mensuales!, como se le pagó el año pasado, es muy buen dinero”.
“Oiga este detalle, bastante notable: Usted va a jugar apenas su tercer año con nosotros, y quiere 45 mil dólares. Pues, Lou Gahrig, quien ya hace 15 años juega en Grandes Ligas, gana bastante menos, 41 mil dólares. ¿No demuestra eso que sus aspiraciones son exageradas y una insensatez?.
“No señor, nada de eso, ni exageración ni insensatez. Lo que demuestra su confusión es que Gehrig está horriblemente mal pagado”.
Ese día no hubo acuerdo. Semanas después, tampoco. Pasaron los entrenamientos, llegó abril, y DiMaggio permanecía sin firmar. Era la huelga de un solo bigleaguer.
Llegó a publicarse que no jugaría más, que iba a retirarse. Los voceros de los Yankees se ocuparon de satanizarlo a través de los periódicos, hablando de su intransigencia y de su avaricia…Extraño, pero jamás se refirieron los periódicos a la avaricia de los propietarios de equipos.
Se aproximaba la temporada y no había un acuerdo entre DiMaggio y Ed Barrow, la presión se hacia presente en Joe que finalmente aceptó 25 mil dólares por la temporada siguiente. Y cuando apreció en el Yankees Stadium, los fanáticos lo insultaban, llamándolo malagradecido, avaricioso y algunas cosas más fuertes.
Pero poco después lo aplaudían con locura, porque siguió con sus maravillosas defensivas de 1937 en el centerfield, además de batear ese año para .324, 32 jonrones y 140 carreras remolcador. Y los Yankees ganaron su tercera Serie Mundial en fila, esa de 1938 a los Cachorros en cuatro juegos.

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