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Serie del Caribe

Hacia la Serie del Caribe del futuro: Las enseñanzas de este clásico caribeño

Serie del Caribe

La Serie del Caribe 2019, celebrada en Panamá como sede emergente, ha dejado un buen sabor de boca. Y esto a pesar de la incertidumbre previa que mucho nubló el panorama.

Se logró salvar el evento, pero este ha dejado una serie de enseñanzas que bien vale la pena anotar.

Una Serie del Caribe que mire a otras latitudes

La principal es que la Serie del Caribe debe ser un torneo que mire a otras latitudes, que se asuma con un poder propio. Y le saque el máximo jugo a todo su potencial.

Panamá, por ejemplo, es país digno de Serie del Caribe. Tiene el estadio, la afición, y la economía. A pesar de que tuvo que entrar como sede emergente y como invitado en su propia casa, logró sacar adelante el evento. Con tiempo suficiente de planeación y organización, Panamá puede organizar un torneo con más asistencia y patrocinadores.

Cuando la Serie del Caribe se abrió al ingreso de Cuba, el torneo creció. Hoy, bien valdría la pena integrar a otros países beisboleros de la región como Nicaragua, Colombia, Curazao o el propio Panamá.

Serie del Caribe
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Asumir una nueva realidad ante Grandes Ligas

Esa es la nueva realidad de la Serie del Caribe. Por muchos años, el torneo le apostó a tener un gran nivel, a ver prospectos o figuras establecidas en Grandes Ligas que formaban auténticos trabucos. Pero eso ya no ocurre, y muy probablemente nunca más volverá a ocurrir, por las crecientes restricciones que pone MLB a sus peloteros.

Por eso se abre una ventana de oportunidad, la de hacer un torneo semi continental que involucre a más naciones beisboleras de la región. Subir el nivel con lo qué hay a la mano, y no con la esperanza de lo que permita Grandes Ligas.

Panamá demostró que tiene el poder organizacional como para sacar adelante una Serie del Caribe, es cierto, pero también enseñó el nivel deportivo como para competir.

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El crecimiento colombiano

Y de Colombia podríamos decir lo mismo. Incluso, el país sudamericano puede tener hasta más poder organizacional y deportivo que Panamá. Probablemente sea el país de más crecimiento beisbolero en los últimos años en el patio latinoamericano. Cada vez, son más colombianos los que firman con organizaciones de Grandes Ligas y todo ello gracias a su liga profesional, concentrada en la región costeña del país.

Hacia allá debe voltear la Serie del Caribe.

La pequeña grandeza de Curazao

Y también hacia Curazao. Es cierto que la isla no tiene el poderío económico todavía. De hecho, por razones económicas ni siquiera pudieron mandar a su equipo campeón, los Piratas de Santa María, a la Serie Latinoamericana de este año.

Pero no hay que perder de vista esa isla. Con solo 160,000 habitantes, es el país que más ligamayoristas per cápita ha producido. Según el diario Los Ángeles Times, desde el 2000, han llegado 14 peloteros a las Grandes Ligas, y en la jornada inaugural del año pasado, había otros 25 peloteros en los rosters de Ligas Menores. Y hablamos de figuras. Peloteros como Kenley Jansen, Andrelton Simmons, Jonathan Schoop, e incluso hasta Didi Gregorius, que aunque nació en Holanda, se formó en el beisbol curazaleño. Curazao ha sido siempre el pilar de la selección de Holanda que tantos dolores de cabeza le ha causado a otros gigantes beisboleros en varias ediciones del Clásico Mundial de Beisbol.

Entonces, claro que Curazao tiene el nivel deportivo para sumarle a la Serie del Caribe. Lo económico se resuelve dándole más respaldo de patrocinios al torneo para que no le cueste a la isla mandar a su representativo.

El poder de los patrocinadores mexicanos

Con todas esas inclusiones, estaríamos hablando de un torneo con una dimensión mayor. Más atractivo en lo deportivo, en lo económico, y con todo el poder financiero de los patrocinadores mexicanos para hacerlo viable.

Es sabido en México que la Serie del Caribe es el torneo que logra unir a las aficiones de la LMB y la LMP, cuyos espectadores se concentran en sus propias ligas y siguen con lejanía, y hasta con desdén, a la otra liga. Pero del representativo mexicano en la Serie del Caribe, todos están pendientes. Ese es el atractivo para los patrocinadores mexicanos que tienen el potencial de cargar con el evento, más allá de donde se realice.

Hacia una reinvención de la Serie del Caribe

Pero es necesario que la Serie del Caribe adopte una identidad propia, que deje de vivir a la sombra de lo que Grandes Ligas le deje o no le deje hacer. Requiere fortalecerse con lo que tiene a la mano, y dejar para el recuerdo las épocas gloriosas de antaño. Las figuras de Grandes Ligas no volverán.

Esta Serie del Caribe deja la lección del crecimiento, del empoderamiento, y de su propia reinvención.

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