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OPINIÓN

¡Qué con­tras­tes de scores es­ta­mos vien­do!

Por El Rey

El domingo 11 de septiembre, en Monterrey, se jugó el segundo de la Serie del Rey, Sultanes contra Leones de Yucatán. El score fue 1-0 a favor de Yucatán. Juegazo de principio a fin con gran pitcheo de Elian Leyva y relevos de Alex Tovalín y Jorge Rondón
Solamente unos días antes, en la Ciudad de México, en el sexto juego de las Semifinales entre los propios Leones y los Diablos, el juego se decidió 21-18 para los yucatecos.
¿Qué pasa? Hay resultados que se van a los extremos, con 30 carreras o más por juego.
Está de moda aducir la responsabilidad a los estadios y aparejado, a las alturas de las ciudades donde éstos están ubicados. O a la orientación de los mismos, que el aire, que la brisa…
Por principios de física, sabemos que la bola vuela menos a nivel del mar (pero así está el Yankee Stadium, y la pelota vuela en serio), y que a mayor altura la bola vuela más, por ejemplo, en Guadalajara, Denver o Ciudad de México. Pero en la capital del País, durante décadas se jugó en el parque del Seguro Social, donde la esférica no volaba. Era difícil dar de jonrón. En el Tecnológico, de Guadalajara, sucedía lo mismo. Otras dimensiones.
También es común que un mánager le quiera dar una lección a ciertos pitchers y los deje morir solos en la loma, hasta que se les arranque el brazo. Los pueden estar garroteando y no sacar un out, y ahí los dejan. En otras ocasiones se van al extremo y tras el primer descuido los sacan del juego, ya sea por un “hitito” o un pasaporte.
Luego, metemos en la ecuación a la pelota y cómo está manufacturada. Que si la de antes no volaba, que si la de hoy trae “alas de caucho”. Que los bateadores actuales son más fuertes y hacen pesas. Pero los pitchers también son más atléticos.
Otra variable es el tamaño de los parques: “hoy son muy chicos”, “parecen cajas de cerillos”, “antes eran cementerios de batazos”, “ahora hay mejor iluminación”.
También se cuestiona si la sabermetría es la razón o si los bats ahora son diferentes.
Todos esos argumentos son válidos. Todos.
Pero nada suple a la calidad de los pitchers. Un buen lanzador se adapta al parque, al aire, a la pelota, a los caprichos del mánager, a los “genios” de la sabermetría, a los bats aerodinámicos, a la iluminación. En fin, llegamos a la conclusión de siempre: es necesario que los lanzadores sean la base en la conformación de cualquier equipo.
Nada es más difícil –en cualquier deporte– que batear, reconocido por científicos del deporte en general. Encontrar un buen bateador es una joya en la arena; sin embargo, los campeonatos en el beisbol se ganan con defensiva y ésta principia en el pitcheo (y catcheo).
El beisbol actual es tan exigente con los pitchers que ya difícilmente se les pide que lancen las nueve entradas. La tarea es más específica, la encomienda ya se centra en el número de pitcheos, entradas y cantidad de enfrentamientos del orden al bat contrario, tratando en lo posible de no enfrentar a un bateador más de dos veces en un juego.

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