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MLB

Yankees y Rays: Dos filosofías distintas para pelear un banderín

La serie de entre los Rays de Tampa y Yankees de Nueva York en la “Gran Manzana” ha hecho, diariamente, cambiar de líder en la División Este de la Liga Americana. El jueves encabezaban los Rays de Tampa, por medio juego; para el viernes se suben los Yankees de Nueva York, y el sábado recuperan los de Florida el liderato.

El lunes, el standing amanecerá con Yankees al frente con ventaja de medio juego sobre los Rays.

En otro frente, que involucra a esta división, Boston logró impedir que los Astros, lo limpiara al ganar el último en serie de tres juegos. Rompieron la cadena de 10 ganados al hilo por los tejanos, ¡qué equipazo!

El duelo entre los Yankees y los Rays de Tampa Bay retrata de cuerpo completo el contraste entre dos culturas y modelos de negocio diferentes.

El “pequeño” Tampa Bay

Tampa un equipo de mercado reducido, y que juega en el estadio más peculiar de todas las mayores, el Tropicana Field, con un techo fijo no retráctil, de color blanco, que hace fácil se pierda la pelota en las alturas. Su promedio de entradas es inferior a 20,000 asistentes por juego. Es un perenne vendedor de jugadores cuando alcanzan buen nivel y están, estos peloteros, en condiciones de buenos salarios. Su estelar Blake Snell, pitcher zurdo que en 2018 ganó el Cy Young de la Americana, no tarda en estar en esas condiciones.

La nómina de los Rays es de apenas 60 millones de dólares anuales, o sea que tres jugadores de los Yankees, en suma, ganan más que toda la nómina de Tampa. Y, por cierto, dos no juegan por lesiones; y el otro, se lesionó el sábado del pie. Ellos son Jacoby Ellsbury, Giancarlo Stanton y Masahiro Tanaka.

Los Rays de Tampa tienen un roster de desconocidos que juegan con mucha hambre. Desde el año pasado se la empezaron a creer, sobre todo los días en que su estelar, Snell, estaba en el montículo. Podían ganarle al mejor. Una combinación de novatos, adquisiciones de jugadores de aparente medianía y la maduración de jugadores “propios” con tres o cuatro años en el equipo.

Un ejemplo es Tommy Pham, jardinero, adquirido el año pasado a media temporada de los Cardenales, donde bateaba .240. Desde que llegó a Tampa le cambiaron dos o tres cosas a su swing y batea .340. Otro es José Alvarado, su cerrador, que lanza lumbre a home; desde el año pasado empezó a “cortar” un poco su recta de cuatro costuras y obtuvo un movimiento pequeño, pero efectivo al final y llegar la bola a home a 99 millas por hora. Eso lo ha hecho prácticamente imbateable. (Aun así el viernes 17 en la noche perdió el salvamento en la novena al permitir que Luke Voit, el primera base de Nueva York, le conectara de cuadrangular, en juego que ganarían los del Bronx en esa novena que entraron perdiendo 3-1 y ganaron 4-3).

Otra grata sorpresa es el pitcher Tyler Glasnow, derecho, adquirido de los Piratas. Va este año 6-1 con 1.86. De los líderes en MLB. Lo mismo con Charlie Morton, que llegó de Houston, confiable inicialista. Morton fue el ganador del juego final de la Serie Mundial de Houston contra Dodgers, en 2017.

Después de estos tres pitchers Tampa usa un sistema que ellos empezaron a probar el año pasado con Sergio Romo. Utilizar un “opener”, que máximo se queda dos entradas o nueve bateadores, al inicio del juego. Después le sigue un relevo –largo- que lo aguantan máximo cuatro entradas o 18 bateadores; y de ahí, relevos cortos y al final Alvarado. El sistema les ha funcionado bastante bien. Como se prueba con su liderazgo en una división con dos monstruos, Medias Rojas y Yanquis.

El manager de Tampa es un ex segunda base, de mediana o escasa fama como jugador: Kevin Cash. Lo apoyan Chad Mottola de coach de bateo y Kyle Snyder de pitcheo.

Los opulentos Yankees

Por el otro lado, están los Yankees de Nueva York.

Antes de iniciar la temporada, Brian Cashman, el gerente, contrató a D. J. LeMahieu, un segunda base que ganó dos guantes de oro y un campeonato de bateo con los Rockies. Lo curioso es que lo contrató cuando tenía su cuadro titular ya fijo y decidido. Su trabajo sería cubrir a los titulares. El trato fue de 24 millones de dólares por dos años; una cifra que, pagada por un suplente, es un monto significativo. El movimiento fue premonitorio.

Yankees ha llegado a tener 17 jugadores en la lista oficial de lesionados. En este momento tiene 14. Varios juegos los han jugado con nueve reservas en el campo. El papel de LeMahieu ha sido fundamental, cubriendo la segunda base y en ocasiones la tercera. Batea arriba de .320 y ocupa el primer cajón en el órden al bat contra zurdos.

Otro caso interesante ha sido el chamaco Gio Urshella, colombiano. Ya era muy bueno cubriendo la tercera base. Sin embargo, no tenía bateo hasta que llegó al Bronx, donde le cambiaron su swing y lo hicieron más selectivo; ahora batea .340. Según sus compañeros, en lo que va del año, es el jugador más valioso del equipo. El tercera base titular, Miguel Andújar gran novato del 2018, se declaró ya fuera por lo que resta del año al necesitar ser operado del hombro.

Ante tanta lesión, Aaron Boone, que se ha asentado como manager, ha usado al muy buen bat y gran guante, aunque de brazo errático, Gleyber Torres, en las paradas cortas. Gleyber tiene potencial de súper estrella.

En la primera base, el titular indiscutible es Luke Voit, una buena historia; lo trajeron el año pasado de un equipo de las menores y catalogado sin futuro.

Sin embargo, el equipo analítico de los Yankees lo ubicó con lupa y en sus estadísticas, notaron que cuando hacía contacto, éste era de una potencia muy arriba de lo normal y con un ángulo de salida a lo alto. Esos dos detalles, muy ponderados en este beisbol de jonrones y “shifts” en el cuadro, lo hicieron notable entre miles y acabó siendo contratado por centavos. Este año, es el líder de producidas del equipo y su bateador más temido.

En el verano, deben comenzar a regresar los titulares. Didi Gregorius al shortstop. El Juez, Aaron Judge al derecho (que lo ha venido jugando Clint Frazier, uno de los bateadores con mayor rapidez para sacar el bat en todo el beis, con 25 años). Apenas acaba de regresar Aaron Hicks, su jardinero central, poseedor de una seguridad defensiva, y sobre todo, un brazo tan potente que impide el corredero que se da con Gardner. Stanton llegará al jardín izquierdo y como bateador designado ante zurdos, lo que dejará al veterano ambidiestro, Kendrys Morales recién adquirido, para enfrentar a los derechos.

El pitcheo ha cumplido a pesar que su estrella Luis Severino, y su preparador Delin Betances, siguen sin poder lanzar en lo que va de esta temporada. El joven Domingo Germán (8-1, 2.50) ha sido la revelación. C. C. Sabathia, en su temporada del adiós, ha cumplido. El veracruzano Luis Cessa lucha y lucha, se mantiene como relevo largo con Tommy Kanlhe.

El relevo, en realidad, es extraordinario. Zach Briton y su sinker desde su pitcheo de zurdo. Ottavino, con su velocidad y control. Cierra los juegos el conocido Aroldis Chapman y sus 101 millas, zurdo cubano de 31 años. Boone está manejando con tacto a Chapman, pues lo va a necesitar en los meses finales.

El catcheo, tan importante, lo ha manejado en su mayoría Gary Sánchez, que ha cambiado su estilo atrás del plato y parece haber dejado de lado sus muchos errores del pasado. Su bateo es de poder pero está haciendo más contacto: tiene un mundo de potencial. Austin Romine, un favorito del clubhouse, es su escudero y mejor defensivo. El brazo de ambos es muy bueno. Catcher sin buen brazo, acaba viendo los juegos desde las tribunas.

La nómina del Yankees este año es de 204 millones de dólares, más del triple que la de los Rays. Pero ambos equipos están peleando el primer lugar. A la larga, debe prevalecer la profundidad del roster de los del Bronx. Sin embargo, los de Florida nos demuestran que siempre hay caminos para ganar si eres creativo, innovas con sentido, contratas con buena investigación y juegas el juego de béisbol, apegado a tu realidad.

Los de Yankees y Rays son dos caminos distintos que llevan al mismo lugar: la victoria.

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