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Nostalgia

Epitacio se llamaba, “La Mala” le decían

El mejor jardinero derecho mexicano en la historia

Existe poca gente que lo haya visto jugar, aun así, es reconocido por muchos como el mejor jardinero derecho mexicano en la historia. Comenzó a jugar pelota muy chico en su natal Villa Aldama, Nuevo León, de dónde se proyectó a dejar grabado su nombre con letras de oro en los anales del béisbol mexicano.

Muy callado, humilde, serio, de complexión regular, pero con unos brazos muy largos. Trabajaba de operario en una fábrica de muebles en su temprana juventud y gustaba de jugar en las ligas de aficionados de Monterrey. Ahí lo vio jugar Yamo Ornelas, un zurdo que en 1939 debutaba como manager del equipo de la Sultana del Norte, con quienes también pitchaba y jugaba los jardines.

Ese año Monterrey jugaba en la zona centro de la LMB, con Tampico, Veracruz, Córdoba, Anáhuac, Santa Rosa y el Comintra. Yamo armó un buen equipo, aunque dos caballos del pitcheo se los ganó el Comintra: Juan Guerrero y Daniel “La Coyota” Ríos.

El 25 de marzo de 1939 Monterrey gano 3-2 un juego de entrenamiento a un seleccionado amateur Cuahutemoc-Cidosa, en el que jugaba de primera un pelotero moreno de nombre muy raro, Epitacio, que anotó la única carrera de su equipo al batear línea por callejón del right-center que hizo jonrón de campo con tremenda velocidad. Al terminar el juego Yamo se le acercó y le dijo: “¿Quieres jugar con nosotros en la Liga Mexicana? Y él le contestó, “Prefiero jugar con mis amigos y tengo un buen trabajo”. Yamo no lo convenció y se olvidó del muchacho de 17 años.

Semanas después la fábrica de muebles se quemó y el joven se quedó sin trabajo. Se fue al Parque Cuauhtémoc y presenció la práctica del equipo que entonces se llamaba Carta Blanca. Al final se le presentó a Ornelas: “¿Cómo le va señor?”. “No tan bien como quisiera, ¿qué pasó, juegas con nosotros?”. “Si usted quiere, estoy listo.” Al siguiente día “La Mala”, como lo apodaban sus compañeros del equipo de aficionados, vestía la franela del Monterrey en la Liga Mexicana de Beisbol.

Su debut fue en 1939 contra el Cafeteros de Córdoba y el gran pitcher zurdo cubano, Lázaro Salazar, marcando el inicio del que los aficionados recuerdan como el más modesto, sencillo y completo de su época.

Jugó 19 temporadas en la LMB, 18 de ellas con Monterrey. Cuando se retiró en 1957, Kid Alto consigna esta nota: “Desde el principio de su carrera La Mala Torres acaparó honores y títulos, el primero en 1939, el Novato del Año. Fue el primero en llegar a los mil hits (adelante por uno de Agustín Bejarano).  Cuando en 1943 bateó .348, los Senadores de Washington se fijaron en él, a lo cual La Mala, que rara vez decía más de dos palabras, simplemente los ignoró. Creo que no se imaginaba fuera de México. Los peloteros negros de la época, como el propio Salazar, Ramón Bragaña, Martín Dihigo y Mamerto Dandridge, siempre afirmaron que Epitacio hubiese triunfado en cualquier béisbol. Era infaltable titular en los Juegos de Estrellas, que en ese tiempo estaban plagados de jugadores de primerísimo nivel. Invariablemente lo ponían de tercer bat. Aún se recuerda aquel memorable All-Star de 1954 con La Mala decidiéndolo en la décima entrada para que ganaran los Nacionales con Marcelino Solís en la lomita y el cubano Humberto García perdiendo por los Extranjeros.”

Otro juego inolvidable que protagonizó La Mala fue en 1947 cuando se enfrentaban los Azules de Veracruz de Jorge Pasquel contra el Monterrey. El zurdo súper estrella americano Max Lanier lanzaba por los del puerto en duelo de caballos contra Daniel “La Coyota” Ríos, que no aceptaba hit hasta la novena con el mercador 0-0. En la décima entrada, con imparables de La Mala Torres y Ángel Fleitas, los de Monterrey se llevaron el triunfo.

En 1942 jugó en Cuba durante el invierno, junto a dos amigos sonorenses, el lanzador Alberto Coty Leal y el primera base Ángel Castro. Los tres tuvieron buena actuación en ese duro béisbol y llamaron la atención de Joe Cambria, buscador de Washington, quién los firmó para el equipo de la Liga Americana. Ninguno se presentó en Orlando al campo de entrenamiento.

Durante el invierno Epitacio fue estrella con los Venados de Mazatlán durante ocho temporadas. Los aficionados porteños lo recuerdan como uno de sus primeros ídolos del diamante. Ahí tuvo de compañero al gran estrella de los Yankees de Nueva York Withey Ford, pitcher zurdo quién lo describió entonces como “el mejor jugador que he visto en mi carrera”.

Además de su contacto para batear, su velocidad y facilidad en el fildeo, Torres es reconocido por su brazo, considerado el más potente y certero en la historia del béisbol mexicano.

En 1964 fue seleccionado para el Salón de la Fama y murió siete meses antes de cumplir los cincuenta años de edad. No pudo ver a su hijo Héctor “La Malita” Torres llegar al mejor béisbol del mundo con los Astros de Houston en 1968.

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