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MLB

ASTRONÓMICO ENREDO Y DIFÍCIL SOLUCIÓN.

 En las recientes semanas a aparecido en el escenario una situación por demás controvertida y difícil.

Los Astros de Houston están en el ojo del huracán, acusados de tener un sofisticado sistema de robo de señales, utilizando cámaras y tecnología de punta. Personajes como el manager de Boston, Alex Cora, y el recién contratado manager de los Mets, Carlos Beltrán, están y han sido llamados a atestiguar. Ambos fueron parte del staff de Houston en el pasado reciente.

El resultado de la investigación de MLB aún se desconoce. Pero el problema ha escalado a niveles insospechados, dando lugar a la incursión de la prensa sensacionalista que de béisbol sabe muy poco, pero sí de levantar polvareda.

Mientras los resultados de las invesigaciones oficiales de MLB empiezan a ser públicas les presentamos un perfil del Gerente General de los Astros y su filosofía de trabajo. Que el juicio sea objetivo e imparcial. Sus logros son indiscutibles. Su cabeza está en peligro. Astros, considerado el mejor equipo de todo el béisbol en dificultades. 

“Houston, tenemos un problema.”

CUARTO BAT

Jeff Luhnow, el mexicano que es la mente
maestra en el éxito de los Astros de Houston.

Es mexicano. Jeff Luhnow es el rostro de la filosofía Moneyball en Grandes Ligas. Nació en la Ciudad de México, vibró en su niñez con la Fernandomanía, jugó en la Liga Azteca y hoy es el gerente general de los Astros de Houston, un equipo al que reconstruyó desde sus cimientos para convertirlo en unos cuantos años, en contendiente a la Serie Mundial. Es Jeff Luhnow, “el Güero”.

A. C. Hinch con Jeff Luhnow.

El 8 de junio de 1966, en el hospital ABC de la Ciudad de México, nació la mente más brillante del beisbol actual de Grandes Ligas. Jeff Luhnow es un atípico chilango que con la 15ª nómina más alta de todo el beisbol en 2017, consiguió el tercer mejor récord como gerente general de los Astros de Houston.

“Yo considero a México mi ciudad”, confiesa Luhnow. Su español es fluido, y aunque su acento agringado es evidente, su dominio del guerrero léxico de la calle capitalina también lo es. “Yo nací en México, estudié hasta terminar primero de prepa y después me fui a terminar la preparatoria en Estados Unidos”.

El destino quiso que los padres de Jeff Luhnow echaran raíces en México, pues aunque originalmente era un plan temporal, el país los atrapó.

“Mis papás se mudaron a México desde Nueva York en 1965 con la idea de quedarse un par de años, posiblemente dos o tres años”, revela Jeff.


Pero el plan cambió. Jeff pasaría su niñez y su adolescencia en México, donde siguen viviendo su padre Chris y su hermano David. En 1970, su padre Chris Luhnow fundó la guía turística Travelers Guide to México, y con ese pretexto, los Luhnow recorrieron el territorio nacional reseñando pueblos mágicos, playas y zonas arqueológicas. Fue precisamente un pueblo mágico, Tepoztlán, el que cautivó a su padre y el que adoptó como su lugar de residencia actual.

Luhnow, ante una prensa sensacionalista

Desde sus andanzas infantiles junto a su padre, Jeff, “el güero”, conoce México al dedillo, y sabe que en su país, el beisbol no es rey.

“En México el futbol siempre era el deporte número uno”, recuerda Jeff sobre su niñez, “pero para mí lo era el beisbol, y México me dio la oportunidad de ser fanático al beisbol desde pequeño, cuando jugué en las ligas infantiles. Yo jugué en la Liga Azteca, que ya no existe, pero tuve varios amigos que jugaron en varias ligas de la Ciudad de México. Donde yo estudié, en el Colegio Americano, también tuvimos un equipo de beisbol en el que yo estuve y, además, siempre pasaban los sábados los partidos de las Grandes Ligas en la televisión mexicana y siempre los vimos”.

Los años en México le darían a Jeff Luhnow las herramientas para entender el alma latina que tanto aprovecharía después a la hora de reclutar talentos latinoamericanos, primero con los Cardenales de San Luis y luego con los Astros de Houston.

“Yo crecí en una mezcla de culturas”, recuerda Jeff. “En mi escuela, el Colegio Americano, había muchos estudiantes de los Estados Unidos, pero también muchos mexicanos. Hasta estos días, yo sigo regresando a México para reencontrarme con mis compañeros de aquellas clases, y la mayoría de los que nos reencontramos somos mexicanos. Para mí fue muy importante la experiencia que tuve en México”.

Y de esa experiencia, de haber nacido y crecido en México, Jeff ardió con la misma emoción que cualquier otro chico mexicano de su generación con la locura de la Fernandomanía a comienzos de los 80.

“Para mí era un motivo de orgullo que habiendo yo nacido en México, Fernando Valenzuela dominara como dominó, porque además yo fui fan de los Dodgers desde pequeño”, recuerda Jeff.

Atípico, pero mexicano al fin, Jeff Luhnow sigue teniendo a México muy presente.

“Viajo a México una o dos veces por año”, explica Jeff. “Todavía tengo a mi familia ahí. Ahí nací, ahí crecí, es por eso que te digo que yo considero a México mi ciudad”.

Moneyball.

Era agosto de 2003. No habían pasado ni dos meses de que saliera a la luz el libro Moneyball, que no solo estaba vendiendo millones de copias en las librerías, sino que también estaba armando toda una revolución en la manera en que las estadísticas son usadas por los equipos de Grandes Ligas para buscar ventajas competitivas. Por esas fechas, Jeff Luhnow recibió un correo electrónico: el dueño de los Cardenales de San Luis quería hablar con él.

Cuando Jeff recibió aquel correo, su oficio era el de hacer consultorías de negocios. Por esos días, su principal tarea era diseñar estrategias para mejorar la forma en que la empresa Lands’ End vendía pantalones de mezclilla en línea. Y así, de vender pantalones de mezclilla, Jeff pasó a los Cardenales de San Luis.

Como todo mundo en el beisbol, los Cardenales también habían visto a los Atléticos de Billy Beane en acción y habían leído Moneyball. Y rápido le quedó clara a la directiva de San Luis que debían buscar ejecutivos inteligentes y analíticos, que se salieran del molde, para cambiarle el rostro a la organización. Y pensaron en Jeff. Poco después de marcharse de México, Jeff se había titulado en ingeniería y economía, y luego hizo una maestría en la prestigiosa Escuela de Administración Kellog en la Universidad de Northwestern. Por un tiempo trabajó en la consultora McKinsey, una de las más reputadas en su sector.

Jeff era un aficionado estudioso al beisbol, pero esa, además de su paso por las Ligas Pequeñas en la Ciudad de México, era su única experiencia en el juego. Sin embargo, llegó a los Cardenales con el título de Vicepresidente de Desarrollo de Beisbol, con la encomienda de mejorar todos los procesos mediante los cuales el equipo valuaba a los peloteros, es decir, desarrollar sistemas computacionales que permitieran un mejor análisis de los jugadores, optimizar la forma en que los Cardenales reclutaban jugadores en Latinoamérica, tener un mayor éxito en los drafts a la hora de seleccionar jugadores amateurs, entre otras áreas.

Pero Jeff no había jugado beisbol profesional y llegar de pronto con ese título a hacer cambios tan drásticos generó resistencia. Lo mismo le había pasado a Billy Beane unos años antes en los Atléticos, pese a que Beane sí había jugado profesional.

“Yo era un ejecutivo que solo había jugado Ligas Pequeñas en México, y para los scouts tradicionales era muy difícil aceptar que yo podía potenciar el área de scouteo y entender lo que ellos hacen”, recuerda Jeff sobre su difícil llegada a San Luis.

Sin embargo Luhnow logró salvar esos obstáculos iniciales y generar un impacto drástico en la organización. En los primeros tres drafts que se hicieron bajo la supervisión de Jeff, los Cardenales encontraron 24 jugadores que llegarían a Grandes Ligas, una cifra muy alta para los estándares del momento.

Jeff Luhnow se despidió de los Cardenales de San Luis con un anillo de Serie Mundial: el de 2011. En el tiempo que Jeff Luhnow estuvo en el equipo, los Cardenales llegaron a tres Series Mundiales y ganaron dos. Y ya sin Jeff, pero con los jugadores y la estructura que Luhnow formó, los Cardenales perdieron otra Serie Mundial y llegarían a tres Series de Campeonato de la Liga Nacional.

A finales de 2011, Jeff Luhnow se marcharía de los Cardenales para tomar un reto mayúsculo: la gerencia general de los Astros de Houston, que recién habían tenido la peor temporada de su historia hasta el momento, con 56 triunfos y 102 derrotas.

Lo que Luhnow vendió en Houston fue una reconstrucción. Propuso invertir todo el presupuesto en tres factores: scouteo y desarrollo, la implementación de un departamento de análisis estadístico avanzado y a potenciar la academia de los Astros en República Dominicana.

Un plan que en el corto plazo traería no solo críticas, sino derrotas, muchas derrotas. En 2013, la nómina de los Astros era de solo 27 millones de dólares. En contraste, la de los Yankees era de 230. Los primeros años de la reconstrucción de Jeff Luhnow en los Astros fueron de los peores en la historia del beisbol.

Pero Jeff tenía a la analítica de su lado, y un método de gestión probado con éxito en los Cardenales. Sin embargo, en el beisbol de Grandes Ligas, la analítica evolucionaba a pasos gigantes. Todos los equipos estaban desarrollando sus áreas de análisis estadístico. Moneyball parecía muy cerca en tiempo, pero a la vez muy lejos en avances.

“El beisbol ha cambiado mucho desde Moneyball a la época”, explica Jeff, “porque hay mucha información sobre lo que hacen los peloteros, cómo lo hacen, y cómo lo harán en el futuro. La información que hoy tenemos es muy diferente a lo que había hace cinco años, o diez o veinte. Todos los equipos están utilizando esta información, pero también todos están tratando de encontrar alguna ventaja sobre los demás. Y esas ventajas las encuentras en la forma en que tú procesas la información, pero también trabajando con gente que te permita encontrar peloteros jóvenes en Latinoamérica, o en la forma en que tú desarrollas a esos peloteros”.

Una de las principales estrategias de Luhnow fue precisamente la de fortalecer el scouteo en Latinoamérica y mejorar las condiciones de desarrollo de esos jugadores. Su infancia y adolescencia en México, insiste Jeff, le dieron una sensibilidad especial para saber cómo potenciar a estos jugadores.

“Aquí en los Astros tenemos un enfoque muy grande en desarrollar peloteros de todas partes de Latinoamérica”, asegura Jeff. “Firmamos muchos de México, de Venezuela, de Dominicana, de Puerto Rico para desarrollarlos y que lleguen a Grandes Ligas rápido. Y eso es un reto en sí mismo, porque muchos no saben la lengua, la cultura, pero al mismo tiempo tienen que aprender a jugar al beisbol a un nivel alto y a vivir en una cultura extranjera, y eso es algo que yo tengo mucho en común con ellos”.

Los Astros de Jeff Luhnow han buscado talento hasta por debajo de las piedras, pero no solo talento para el terreno de juego, sino también para la oficina. Cuando llegó a los Cardenales no tardó mucho en contratar a un especialista en biomecánica que había trabajado en la NASA para diseñar métodos de análisis de jugadores, y a un analista financiero que trabajaba con Lehman Brothers en Wall Street para hacer métodos de predicción deportiva. Con los Astros, la cosa no es muy diferente y Jeff armó una ecléctica mescolanza de mentes brillantes en economía, matemáticas, física, ingeniería computacional, y otras disciplinas que ocupan una zona de la oficina que ha sido bautizada -medio en broma y medio en serio-, como la Cueva de los Nerds.

“Hoy, el talento que estamos buscando para la oficina es muy diferente a lo que buscábamos hace 10 años”, explica Jeff. “Hoy buscamos ingenieros, personas con maestrías o doctorados en economía o matemáticas, y este tipo de personas podrían ir a trabajar a Nueva York, en Wall Street, o en empresas de tecnología en San Francisco. Entonces sí está ocurriendo hoy en día que en el beisbol tenemos que competir contra esas industrias para conseguir a las mentes más brillantes de estás áreas.”

Y el tener especialistas en tantas disciplinas distintas lleva por objetivo el poder analizar toda la información estadística que genera el beisbol desde distintas perspectivas, e irse adaptando a una evolución que avanza a un ritmo furioso.

“Lo que yo he visto es que cada vez que creemos que ya tenemos toda la información, en un par de años llega una nueva tecnología”, reflexiona Jeff. “Por ejemplo, la primera parte de la revolución de Moneyball fue valuar más la habilidad para embasarse, pero hoy, la tecnología nos da mucha más información. Hay cámaras especializadas en todos los estadios, hay sistemas de radar que capturan todo tipo de información sobre la bola y sobre dónde están parados los jugadores en el campo. Toda esa información está cambiando mucho la forma en cómo nosotros vemos el juego, y cómo hallamos el talento. Toda esta evolución va a continuar”.

Y buena parte del éxito que se consiga en esta evolución radicará en la capacidad que tengan las oficinas de Grandes Ligas para adelantarse al futuro. Como buen mexicano, Jeff ya está con un ojo al gato y otro al garabato.

“Yo creo que la próxima batalla de la analítica estará quizás en la salud”, explica, “porque hay tantas lesiones en el beisbol que si un equipo llega a descubrir la fórmula analítica para mantener más sanos a sus jugadores, especialmente a los lanzadores, eso creará una ventaja muy grande. O esa batalla puede estar también en la psicología, no lo sé, pero lo que sí sé es que hay muchas personas pensando en estos temas y seguramente seguirá afectando cómo evaluamos a los peloteros”.

Y en la Cueva de los Nerds ya trabajan, no solo para moldear el presente sino también el futuro de los Astros. Y todos los equipos quieren saber qué es lo que se está pensando y poniendo a prueba dentro de esa cueva.

Entre 2013 y 2014, la competencia del beisbol saltó de ser una disputa en el terreno de juego a convertirse en una guerra cibernética precisamente para eso: saber que estaban tramando Jeff Luhnow y sus nerds. Personal de los Cardenales de San Luis hackearon el sistema computacional de los Astros con el objetivo de accesar a la base de datos inteligente bautizada como Ground Control, es decir, la joya de la corona informativa de Luhnow. Ahí se centraliza información contractual, reportes de scouteo, proyecciones, estadísticas privadas, y es desde ese programa computacional desde donde se toma casi cada decisión beisbolística de la oficina. Todo el trabajo conjunto que se genera en la Cueva de los Nerds y desde el campo por los scouts es procesado y condensado en Ground Control.

La intrusión fue descubierta. El responsable Chris Correa fue condenado a 48 meses de prisión, además de pagar una multa de 279 mil dólares. Los Cardenales, por su parte, fueron multados por Grandes Ligas con dos millones de dólares, y fueron obligados a cederle a los Astros sus dos primeras selecciones en el Draft de 2017.

Parte del éxito que ha tenido Jeff Luhnow en su revolución dentro de los Astros proviene de lo que aprendió en su llegada a los Cardenales, y la resistencia que encontró de parte de los scouts, y de los directivos tradicionales que sí habían jugado beisbol profesional. En aquel momento todas las decisiones de Jeff eran cuestionadas y hasta caricaturizadas. Burlonamente, lo bautizaron como Harry Potter. Incluso, Jeff, en un intento por relajar la disputa, llegó a la oficina en un día de Draft con la varita mágica de Harry Potter que le había quitado al disfraz de su hijo.

“Ha cambiado mucho la composición de los equipos en la gerencia”, reflexiona Luhnow. “Hoy, la mayoría de los gerentes generales en Grandes Ligas no fueron peloteros profesionales, algunos jugaron a nivel universitario, pero la mayoría son muy inteligentes, y entienden y tienen pasión para el beisbol. Eso ha cambiado mucho en los últimos 10 años, pues cuando yo entré en 2003 era muy diferente”.

Jeff Luhnow se ha armado de la humildad que se requiere para hacerles ver a sus compañeros de organización que no es más inteligente que ellos por tener maestrías, sino que posee habilidades y conocimientos complementarios.

“La gente que no tiene experiencia como pelotero profesional, como yo, necesita respetar la experiencia que tienen los que sí jugaron, porque sí hay un nivel de experiencia que vale mucho de alguien que jugó”, reflexiona Jeff. “Ellos entienden el partido de una forma que yo nunca la voy a entender. Y lo que yo hago es una perspectiva muy diferente, de tecnología, de negocio, pero a la vez tengo que entender que hay bastante valor en la perspectiva que esa gente tiene. Entonces es cuando trabajamos en comunión, cuando podemos hacer grandes cosas”.

Hoy, el éxito de los Astros se fundamenta en cada uno de los renglones que Jeff buscó atacar cuando llegó a Houston. Por ejemplo, las sucursales de los Astros han sido clasificadas entre las primeras 10 en cada una de las últimas cinco temporadas por la revista Baseball America. 

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