Connect with us

MLB

KENNEDY Y EL BEISBOL

Hace cincuenta y seis años, el 22 de noviembre de 1963, una bala mágica dio tres vueltas, se detuvo y luego regresó, antes de herir mortalmente al hombre más poderoso del mundo y de paso al gobernador de Texas. Mucho se dirá en los medios sobre el magnicidio perpetrado en la calle Elm del centro de Dallas, que después de medio siglo no ha podido esclarecerse. Sin embargo, tanto los documentales como los programas especiales centrarán su atención en la tragedia y en la conspiración. Poco se hablará del hombre.

John Fitzgerald Kennedy era un amante de los deportes, practicó el futbol americano en su época de estudiante y era fan de los Red Sox de Boston. Durante su periodo presidencial (1961-1963) lanzó la primera bola en cuatro juegos de béisbol, pero ninguno en el que estuvieran sus amados Red Sox. Salvo el Juego de Estrellas de 1962, todos fueron juegos de los Senadores en Washington DC. Kennedy siguió la tradición de los presidentes norteamericanos empezada por Taft en 1912, todos salvo Carter y Trump han asistido en primavera a lanzar la primera bola en al menos un juego inaugural.

n 1962, Roger Maris visitó la Casa Blanca y firmó una pelota para el presidente. Sí, un aficionado de Boston celebró la hazaña del Yankee que rompió el récord de jonrones en una temporada, que pertenecía a Babe Ruth. Eso habla de un buen aficionado, más allá de los colores. Tan cercano al béisbol era Kennedy que el Salón de la fama de Cooperstown le solicitó que firmara una pelota para exponerla en la colección del museo.

El último año de su vida, Kennedy vivió una temporada memorable para el béisbol de ligas mayores. Sandy Koufax ganó la triple corona de pitcheo, el Cy Young,  el premio al jugador más valioso, lanzó un juego sin hit ni carrera (el primero de cuatro en su carrera) y por si fuera poco llevó a los Dodgers de Los Angeles a barrer a los Yankees de Nueva York. Pete Rose ganó el premio al novato del año y Hank Aaron, un entusiasta seguidor de Kennedy durante su campaña presidencial, fue líder de carreras producidas. Además del de Koufax, hubo otros dos juegos sin hit ni carrera: Juan Marichal y Don Nottebart.

Podríamos pensar que el presidente no tenía tiempo ni oportunidad de estar al tanto de lo que pasaba en los diamantes. Sin embargo, Kennedy tenía en su cuerpo de asistentes a David Powers. Amigo personal y alcahuete, quien además de proveer al inquieto mandatario de mujeres alegres y dispuestas a callar, también fue denominado su “Secretario del béisbol.” Entre sus funciones estaba informar puntualmente las estadísticas y los standings. No nos sorprenda que Powers fuera la primera persona del staff a quien Kennedy veía en las mañanas.

El 18 de julio de 1962, Kennedy envió un telegrama de felicitación a Jackie Robinson, por su entronización al Salón de la Fama de Cooperstown en su primer año de elegibilidad. En nuestros tiempos, un telegrama o llamada de Barack Obama a cualquier deportista sería una nota intrascendente, pero hace cincuenta años los norteamericanos estaban apenas conformando una sociedad libre de discriminación racial. La nota de Kennedy, un presidente que enfrentó la Guerra Fría, la Crisis de los Misiles, la Carrera Espacial entre muchas cosas más, está llena de significado y de verdadera admiración a un gran beisbolista.

Loading

More in MLB