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RAINEL ROSARIO, “EL PROTOTIPO”

José Ángel Rodríguez | Prensa LVBP

VALENCIA, VENEZUELA.- Rainel Rosario nació y creció en la calle Alexander Flemming, casa número 58, en el barrio Ensanche La Fé de Santo Domingo, República Dominicana. Se enamoró del beisbol tan pronto aprendió a caminar, porque a solo dos cuadras y cinco minutos a pie de allí se erige el legendario Estadio Quisqueya, símbolo del Caribe.

Mucho antes de decapitar líneas en el jardín central, decapitaba muñecas en su infancia. Una costumbre alejada de la malicia y cercana al deseo de jugar pelota con cualquier cosa que tuviera semejanza a una bola, siendo las cabezas de los juguetes la opción ideal.

A lo largo de su carrera profesional los motes superlativos le han acompañado. Hace poco, José “Cafecito” Martínez confesó que le decía “el Mike Trout de la Liga Mexicana”, un circuito donde Rosario se ha establecido con los Saraperos de Saltillo como uno de los peloteros más destacados del último lustro.

Rosario se ríe cuando se le menciona el apodo que Martínez le tiene. Aunque de inmediato, uniformado para hacer justicia con los Navegantes del Magallanes, le busca un sentido al autodefinirse: “Yo me considero un buen pelotero a la defensiva. Soy completo, porque sé que puedo correr bien, tengo fuerza y puedo batear para promedio. Ya todo el mundo ha visto lo que he hecho en México, a lo mejor por eso lo dijo”.

Pero el quisqueyano tiene otro sobrenombre que le acompaña desde el año 2006, cuando firmó por primera vez como beisbolista con los Cardenales de San Luis, siendo fanático del puertorriqueño Carlos Beltrán. Allí nació “El Proto”.

“Por esas mismas cualidades mías me acuerdo que cuando hacía try outs y me vieron las herramientas dijeron: ‘¡pero tú eres un prototipo!’. Y de ahí me quedó para toda la vida”, recordó en el Estadio José Bernardo Pérez, luego tomar una práctica, bajo la supervisión de Robert Pérez.

Pérez, coach de bateo de los bucaneros e inmortalizado en el Salón de la Fama como -posiblemente- el mejor paleador derecho en la historia de la LVBP, está de acuerdo con el análisis que hace el dominicano sobre sus características ofensivas. “Para el tamaño que tiene (1.85 metros) le pega -fuerte- a la pelota. Es muy completo porque puede batear para promedio o dar jonrones. Gap (hacia los huecos en los jardines) o líneas”, glosó.

RUTINAS PARA LA EJECUCIÓN

Con 33 años de edad, el físico fornido y ágil de Rosario es lo más cercano al de un atleta de alto rendimiento. Aunque él no considera que sea el aspecto más importante -ni intimidante- al momento de saltar al terreno para ejecutar a sus condenados, transformados en lanzadores rivales.

“El juego es 70 % mental y 30 % físico. La mente domina el cuerpo. Si estás cansado mentalmente, el cuerpo no te funciona”, explicó. “Es muy importante fortalecer el enfoque mental, mucho más en estas épocas navideñas cuando se está lejos de la familia”.

En el 2022 estuvo muy poco tiempo en casa, mientras repartía castigo en diversas latitudes. Luego de terminar la campaña en México, donde encabezó la liga en carreras impulsadas (116), anotadas (103) y fue colíder en jonrones (38), se aventuró a Taiwán para la parte final de la zafra con el Uni President, empujando 21 en 35 juegos, antes de embarcar en la galera.

“Él ya venía con sus drills (ejercicios)”, indicó el instructor Pérez sobre las rutinas específicas que desarrolla con él. “Le gusta batear el front top, los ejercicios que son de lado. Son drills no tanto de cantidad, sino de calidad”.

Hasta antes de la jornada del 22 de diciembre, Rosario acumula ocho vuelacercas en 123 turnos como filibustero. El segundo mejor promedio de estacazos del circuito entre los toleteros con al menos 100 veces al bate (uno cada 15,4 VB), solo detrás de la descomunal frecuencia de Oswaldo Arcia (uno cada 11,1 VB).

DIFERENCIA ENTRE LAS VÍCTIMAS

En 2014, Rosario tuvo su primera experiencia fuera del beisbol organizado. Estampó su firma con el Hiroshima Carp del Japón y le fue bien en su primer certamen, al conectar 14 cuadrangulares y remolcar 49 carreras en 69 desafíos, con línea ofensiva de .336/ .394/ .584 con OPS de .584.

A partir de allí, comenzó un camino que le hizo regresar a las menores con los Medias Rojas de Boston, antes de asentarse definitivamente en el verano boreal con los Saraperos desde 2017, además de tener pasantías durante los inviernos en LIDOM, Liga ARCO, y ahora, en la pelota rentada venezolana.

“En México, Venezuela y Dominicana tú ves muchos brazos potentes. Porque en los últimos años te enfrentas a lanzadores veteranos con experiencia en Grandes Ligas o muy jóvenes que fueron dejados libres”, analizó el patrullero sobre las divergencias entre los pitchers de sus diversos destinos. “En Asia es muy raro que tú veas eso. Son pocos los pitchers asiáticos que tiren duro. Ellos principalmente usan sus envíos rompientes”.

NUEVAS TÉCNICAS APRENDIDAS

Cuando Rosario se incorporó a la carabela, admitió que una de las razones que le motivó venir al país eran las presencias del mánager Yadier Molina, su hermano José -coach de tercera base- y Ramón Hernández -coach de banca-. Para ese entonces, aún no había trabajado con el ejecutor más “despiadado” del beisbol venezolano.

“Les estoy sacando mucho provecho a todos y también a Robert Pérez a nivel ofensivo”, mencionó, ya luego de un mes con el club. “Cada vez que termino un turno, ellos se me acercan (en el dugout) o si no, lo hago yo. Trato de sacarles esa información, porque son gente de experiencia, que en su momento fueron tremendos peloteros. Hay que sacarles el máximo provecho a ese tipo de personas”.

Rosario no conoce la clemencia.

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